América Latina está en un momento formidable económicamente. Las tasas de crecimiento económico son extraordinarias y el desempleo se encuentra en un mínimo histórico. La inversión extranjera (en la gran mayoría de los países) ha superado todas las expectativas y el mundo ha dejado de ver la región como una zona de subdesarrollo, para verla como una de oportunidades comerciales. Estos son algunos de los factores que hacen que varias industrias continúen creciendo, mientras otras nuevas se fortalecen aún más. Este último es el caso de la industria de las telecomunicaciones.

Mientras que las distintas tecnologías convergen y la velocidad requerida tanto para las aplicaciones como para el simple hecho de “navegar” por Internet aumenta, muchos países olvidaron la necesidad urgente de disminuir la brecha digital entre sectores de la población. Esto genera una desigualdad de oportunidades terrible, separando estratos sociales no sólo por su acceso a la red, sino también por el derecho inalienable a informarse libremente y con ello, mejorar el sistema democrático. No es extraño ver como los países socialmente más avanzados, con mayor índice de desarrollo humano del mundo tienen una relación directa con los países con democracias más estables.

Las telecomunicaciones pueden desempeñar un papel fundamental en el perfeccionamiento de nuestras democracias. A través del apoyo estatal con políticas de profundización del alcance de la red a lugares más desfavorecidos (ya sean por problemas económicos o por dificultades en el acceso), con promocionar el acceso a una banda ancha con precios justos para pequeños emprendedores o teletrabajadores y con lograr llevar a todos los centros educativos del país dispositivos electrónicos con conectividad, se genera un ambiente de desarrollo sustentable donde la libertad de trabajo e información toma su lugar fundamental.

Las tecnologías se encuentran disponibles y los costos en proporción al beneficio, son bajos. Es cuestión de nosotros exigirles a nuestros gobernantes (que muchas veces ignoran el significado de la conectividad) que cada vez más gente tenga acceso al conocimiento libre. Convertirnos en ciudadanos más conscientes depende de todos nosotros.

Esto nos puede llevar a un sinnúmero de preguntas pero** me gustaría conocer sus opiniones sobre la forma de llevar a cabo esto.**

  • ¿Es acaso el Estado, el único responsable de aumentar la penetración de las tecnologías de telecomunicaciones en el país?
  • ¿Es posible que el propio mercado, debido a sus exigencias económicas, provoque que las distintas empresas privadas de telecomunicaciones inviertan en esto y se evite la participación pública en sus decisiones?
  • ¿Es lógico pensar que el Estado pague a las empresas prestadoras de servicios de telecomunicación por servicios en escuelas o lugares públicas, cuando este mismo podría brindar el servicio a través de una empresa estatal?

En el próximo post, no solo trabajaremos sobre sus respuestas, sino que daremos más argumentos para alimentar el debate de las telecomunicaciones, un debate que debería estar en la agenda de todo gobierno del mundo.