El 2008 promete ser un año de transición. A diferencia de los años transcurridos desde el 2002 hasta la fecha, el 2008 arranca con un panorama económico poco alentador a nivel mundial. El riesgo de una recesión económica en EEUU, y las consecuencias sobre las economías europeas y asiáticas, prometen cambiar las condiciones del mercado mundial.

Las políticas económicas de los países sudamericanos están apoyadas en gran medida en la exportación de materias primas, en especial cereales, carnes, y en menor medida petróleo. Sin embargo, existe una fuerte controversia acerca del modo en el cual debe administrarse la producción: Algunos están a favor de exportar libremente para ocupar posiciones cada vez mas importantes en el mercado mundial, mientras que otros aseguran que semejantes políticas harían que las materias primas se manejen a precios internacionales en el mercado interno de cada país, volviéndose inaccesibles para un sector importante de la población. ¿Cómo es posible superar esta controversia? ¿Existe una manera de que los productores obtengan un margen razonable de ganancias, sin que la economía de los consumidores locales se vea seriamente afectada? Algunos países de la región optaron por la primera opción: Brasil, por ejemplo, se transformó en uno de los líderes mundiales en exportación de carnes. Otros, como Argentina, optaron por garantizar el consumo interno, aún a costa de la pérdida de rentabilidad por parte de los productores. ¿Qué opción consideran más conveniente ustedes? ¿Es posible hallar un camino intermedio? ¿Qué punto de vista tiene cada uno, desde su carrera, su realidad, y su conocimiento, al respecto?

Observando esta evolución, es claro que no existe acuerdo sobre la conveniencia de un determinado sistema a largo plazo, ni siquiera entre quienes toman las decisiones a nivel macroeconómico en los distintos países. De este modo, se genera un escenario de difícil análisis, ante la posibilidad de una caída en la economía mundial. El desafío de generar condiciones de desarrollo sostenible es grande, ya que las épocas de crisis son propensas a la pérdida de legitimidad institucional, ante la aparición de líderes que suelen presentarse como salvadores universales. Los tropiezos del sistema hacen que, muchas veces, se haga difícil mantener la serenidad, y ser capaces de generar un cambio real dentro de nuestra esfera de influencia. Sin embargo, es en estos momentos cuando aquellos que busquen ser agentes de ese cambio deben liderar al resto, buscar inculcarles la serenidad, conciencia cívica, y pensamiento críticos necesarios para ser parte de una sociedad desarrollada. ¿Qué condiciones debe cumplir un líder para poder enfrentar semejantes contingencias manteniéndose en el marco de sus atribuciones? ¿Cuál es el rol individual de cada uno de nosotros ante la crisis? ¿Qué posibilidades tiene cada uno de liderar cambios, y de qué magnitud?

El proceso está en marcha. Las condiciones son inciertas. Las posibilidades, infinitas. El momento, ahora. Los que deben enfrentarlo, todos, incluyéndonos. ¿Estamos listos para eso?