Creo que para todos los lectores de este post algo que escuchamos con bastante frecuencia es que el mundo demanda de nosotros —los jóvenes— un cambio; y muchas veces no sabemos de dónde conseguir aquellos recursos para hacer frente a este tipo de exigencias. Por lo tanto, quisiera empezar por abrir un debate y preguntarnos, ¿cómo hacemos frente a esta problemática?
Podría decir que innovar es una respuesta posible y, a mi parecer, la acertada, aquella que nace de manera intuitiva. Incluso considero va más allá del camino lógico, es la solución a un mundo que está continuamente avanzando, a un presente que nos resulta difícil de entender; pero que sabemos que en la innovación encontraremos las respuestas que nos prepararán para ese desafío.
A todo esto, es más que válida la pregunta: ¿qué es la innovación? Yo mismo me lo vivo preguntando porque… ¿existe una manera certera y correcta de definir este término? Y en particular ¿quién nos enseña a innovar? ¿Quién puede considerarse idóneo? ¿Quién se encuentra un paso delante de nosotros y está en posición de poder dar el visto bueno?
El primer paso hacia la acción de innovar nace de nosotros mismos, desde adentro, desde nuestra fe interior. O acaso, ¿quién va a creer en nosotros, si nosotros no somos capaces de creer en nosotros mismos? Y, puesto que este es un blog cuyo gran foco es “business”, cabría realizar una simple comparación al definir quién será nuestro cliente, quién confiará en nuestra idea y finalmente comprará nuestro producto si nosotros no confiamos en él. Quizás pueda llegar a sonar un poco descabellado comparar en términos de mercado mientras hablamos de algo semejante al “autoconocimiento”. Pero si nos proponemos realizar algo, sea lo que fuera, el mercado no deja de ser uno de los principales puntos a analizar (de qué sirve una idea si no la podremos implementar, ¿no?).
Justamente hay una frase de Albert Einstein que nos servirá de guía y a la que cito continuamente: “locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Entonces, dependerá de nosotros buscar un nuevo método que sea utilizado no sólo para conseguir distintos resultados, sino mejores resultados, potenciando nuestro rendimiento, y aprovechando cada una de las oportunidades que se nos presentan. Todos nosotros buscamos el éxito tanto personal como profesional; entonces, ¿por qué no hacerlo para incrementar nuestras habilidades?
Y aquí encontramos el quid de este artículo: ¿cómo nos damos cuenta de que podemos innovar desde nuestra persona? ¿Qué debemos ver o tener en cuenta?
A grandes rasgos cuando tomamos como punto de partida la innovación, podemos ver que existen dos tipos de personalidades bien definidas: por un lado, tenemos a aquel individuo que es dinámico e inquieto; por el otro, aquellos que son más bien receptivos.
Cuando se le presenta algún tipo de situación a aquellos que poseen el primer tipo de personalidad vemos que, al ser personas que están buscando continuamente y sienten curiosidad por el mundo, su respuesta ve más allá de lo planteado. Entienden que existen situaciones complejas de las cuales cada uno debe hacerse cargo y que la manera más satisfactoria de salir de ellas, y con éxito, es si la solución nace de uno. Peter Drucker, más conocido como el padre del management, solía decir: “motiva al administrador a actuar no porque alguien le diga que haga algo… sino porque las necesidades objetivas de su tarea lo exigen”. Nos encontramos ante nadie más que los famosos generadores de ideas.
En cuanto al segundo tipo de personalidad, los receptivos, son aquellos que pueden adaptarse a los cambios propuestos por otros, pero raramente sean ellos quienes los propongan. Sin embargo, un mundo lleno de idealistas pero sin ejecutores sería sin duda un caos, por lo que deberíamos valorar su capacidad de análisis y de viabilizar proyectos. Ellos son los estrategas y aquellos que mejor llevan el rol de gestión, ya que son individuos que tienden a ser muy flexibles; o dicho de otra forma, son quienes saben cómo adaptarse a los cambios y por lo tanto, quienes sobreviven.
Ahora, este conjunto de personas vive, se relaciona y se desarrolla en distintas áreas y me gusta decir que todas ellas pueden ser una locomotora que empuje hacia el camino de la innovación. Es mi intención desarrollar brevemente cómo es que en tres tipos de organizaciones podemos encontrar un lugar para la innovación.
Será en el círculo íntimo de cada persona, con su familia y sus amigos, el primer lugar en el que uno aprende a relacionarse, a moverse y hasta a negociar. No serán sumas de dinero extraordinarias, pero serán horarios de regreso a cambio una promesa de mantener un buen rendimiento académico. Por lo tanto, no podemos descartar al mismo hogar como cuna, como origen de la negociación y de la innovación.
El segundo es desde la empresa, claro lugar de ejecución de ideas y continuo crecimiento: ¿qué sería de una empresa si no buscase ser la mejor en la mayor cantidad de aspectos posibles? Aquí, los modelos de poder y de organización fueron diferenciándose de los anteriores en los cuales se concebían a los empleados como un gasto (necesario), y en donde una persona o un board de directores concentraba todo el poder. Hoy sabemos que los recursos más valiosos de una compañía son sus individuos, y en ellos se fomenta su desarrollo profesional, tomándolos como una inversión. De ellos nacerán las respuestas a los problemas de sus clientes.
Son quienes están en contacto con los productos y con los clientes quienes pueden buscar formas alternativas de solución de conflictos. Serán los innovadores aquellos que mejor sepan adaptarse a los cambios, en contra del viejo modelo de conservadores. Ya sabemos que las personas no suelen adaptarse fácilmente al cambio, pero es lo único que nos permite progresar. Sumando a todo esto, hoy en día se valora mucho más a aquel que pide permiso y no perdón. No hablamos de rebeldes con esa connotación tan negativa, sino en el sentido de que son creadores de tendencias, no por nada el coolhunting está tan en boga y los cambios mismos vienen de observar al común de las personas. Serán innovadores quienes mejor sepan cómo capitalizar todo ese bagaje.
En tercer lugar, tenemos un sector que se dedica exclusivamente a desarrollarse como incubadora de ideas; son verdaderas usinas en donde profesionales ponen toda su fuerza de trabajo y toda su capacidad para organizar mejores prácticas. Esta es la última forma de organización que existe, ya sea bajo el modelo de think tank para la creación de políticas públicas o como aceleradora de proyectos y emprendimientos.
Ya para ir cerrando este brainstorming de ideas, quedará pendiente como desafío armar un equipo de personas que sea capaz de elegir la innovación como camino. Ya vemos que hay una corriente en el mundo entero de personas que sigue elegir ese camino: empresas con departamentos dedicados especialmente a mejorar procesos estratégicos, universidades como Singularity formadas por la NASA y Google, crowdfownders y la lista sigue.
No tiene que asustarnos el hecho de buscar un cambio sino que tenemos que aceptar que es la única manera que tenemos para crecer y adaptarnos, porque el mundo va cambiando, y nosotros mismos vamos cambiando. Que la innovación sea un modelo a seguir continuamente y el secreto de una mejor práctica a la hora de competir.