Uno de los debates más fuertes que hubo en la última edición del SABF fue, en realidad, posterior a los tres días de foro. En diciembre 2009, una de las típicas cadenas de mail sabfer generó un debate interesante, pero revelador.

Se trató sobre un artículo enviado por una de las participantes. El tema central era un casamiento masivo de menores de edad en la zona de Gaza. Más tarde, uno de los participantes de este debate planteó la notable tendencia del autor del artículo. Así, invalidó la veracidad absoluta de la información proporcionada. Sin embargo, el debate ya estaba instalado. El miedo a las ideas distintas brilló en el barro de los argumentos políticamente correctos.

Otro punto similar del SABF 2009 fue la presentación de Douglas Casey. En mis tres participaciones en el foro, el orador norteamericano, autodefinido “liberal, nihilista y anarquista”, revolucionó el debate como ningún otro antes. Durante los tres días, logró incorporar su nombre y sus ideas en todos nuestros diálogos. En su mayoría, atacándolo. ¿Por qué?

Estas dos situaciones son ejemplos de una realidad manifiesta. No estamos listos para salir fuera de nuestro entorno, e ir más allá. El miedo a las ideas contrarias a las propias, y la dificultad para ponerse en el lugar del otro son características comunes a los hombres. Sin embargo, nuestro desafío reside en superarlas.

Si realmente queremos creer en la posibilidad de ser futuros líderes, de trabajar en pos de una sociedad mejor y en nuestra capacidad como agentes de cambio, tenemos que tener en claro que el camino por delante es aún largo. Esta experiencia es sólo el comienzo.

Cierro esta reflexión con una recomendación personal para los 100 Sabfers 2010, desde mi lugar de ex participante: no se cierren a sus propias ideas, incluso lo distinto los puede ayudar a avanzar.