*Escenario 1. Un grupo de expertos realizan un arduo trabajo de investigación, recabando numerosas fuentes de datos y utilizando complejas técnicas estadísticas. Tras un exhaustivo análisis llegan a la siguiente conclusión: *Brasil tiene el 48,5%de probabilidades de ganar el mundial.
*Escenario 2. El mismo grupo de expertos realiza un arduo trabajo de investigación, recabando numerosas fuentes de datos y utilizando las mismas (y complejas) técnicas estadísticas. Tras un exhaustivo análisis llegan a la siguiente conclusión: *El precio del Oro será de $1,050.
Por algún suceso misterioso, que no logro descifrar, mientras que al escenario 1 lo miramos con desconfianza -o como si fuera un juego-, al escenario 2 lo tomamos en serio. Claro, me dirán, no se necesita ser un experto para decir que Brasil tiene muy altas chances de ganar el mundial (de hecho es lo que la mayoría espera); mientras que para pronosticar el precio del oro sí se requiere de un conocimiento especializado. Para quienes crean en este argumento, los invito a leer nuevamente el Escenario 1 y el Escenario 2.
No exagero,** los métodos que se utilizan en ambos casos son los mismos, **la multitud de datos que se investigan son equivalentes y los objetos que se estudian tienen las mismas características: son sistemas completamente abiertos y cambiantes, afectados por infinidad de causas (muchas de ellas desconocidas, y otras tantas imponderables). Y sin embargo, cuando hablamos de fútbol, nos ponemos la camiseta, gritamos y opinamos; pero luego, cuando hablamos de mercados financieros, nos ponemos un traje, asentimos y escuchamos.
Mi curiosidad no está en la diversión que nos genera jugar con la econometría para adivinar el resultado del mundial (sí, aunque no lo crean es divertido), lo que me sorprende es la seriedad con la que nos tomamos los pronósticos económicos. Que el tema nos resulte serio no implica que cualquier análisis que se haga sobre el mismo también lo sea.
Ojo, no digo que no haya que hacer proyecciones, de hecho para tomar nuestras decisiones implícitamente necesitamos suponer algún escenario futuro (por ejemplo, si ahora estás comprando dólares es porque –pese a cometer un delito- estás esperando que su valor suba). Además, hay que decirlo, es muy difícil aceptar la incertidumbre propia que nos rodea, por lo que cualquier intento de certeza, por más precario que sea, suele ser bienvenido.
Lo que digo es que no nos tomemos tan en serio las estimaciones que hacen los economistas –ya sea una consultora respetada, una banca de inversión internacional o el mismísimo INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos)-, o al menos, si aún queremos considerarlas, no veo por qué deberíamos darle más seriedad a los pronósticos económicos que a los vaticinios futbolísticos. A propósito, les dejo dos preguntas similares e imposibles de responder: ¿Cuánto va a estar el dólar a fin de año? ¿Qué país ganará el mundial? ¿Quién engañó a Roger Rabbit?