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La Argentina tiene dos grandes problemas de los cuales poco escuchamos y que se encuentran visiblemente encubiertos. La demografía y la ecología: el estudio de la sociedad y del espacio. Para introducir la cuestión diremos que la composición de la población y su integración, su distribución y participación en el aparato productivo, su pertenencia al sentimiento de “nosotros” así como la sustentabilidad de las actividades económicas y el desarrollo de áreas marginales son problemáticas por lo menos a plantear y dilucidar.

Argentina representa a la vez unidad y diversidad. Ser argentino es políticamente difícil. El origen de la nación argentina puede rastrearse en 1861 con Bartolomé Mitre, quien toma el concepto del francés Emmanuel Sieyes. Es fundamental el carácter volitivo que se opone a la concepción enunciada más tarde por el alemán Fichte, el cual rescata el elemento racial y lingüístico.  El concepto tomado por Mitre habla de una nación, en cuanto a la voluntad de ser nación de un grupo asociado y no de una nación natural unificada en cuestiones raciales. Esto es lógico dada la naturaleza de poca población y de vastos territorios, al no contar con una amplia población originaria y al tener una elite de origen europeo. La nación argentina nace porque se quiere y no porque es en sí, pues antes del proyecto no existía.

La nación argentina nace entonces como un proyecto del Estado argentino. “Las Bases” de Alberdi son un claro ejemplo de ello. Pero desde allí poco se ha hecho. El gran problema argentino es demográfico. Para lo cual se deben tener en cuenta los aspectos cuantitativos y cualitativos.

América es de origen mestizo, con hispanos y portugueses. En la Argentina al indio, al español y al criollo se le suma la inmigración europea y luego la inmigración latinoamericana. La complejidad de este mestizaje es un tema sin estudiar. Y es fundamental para comprender al “ser argentino”.

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La Argentina es un país abierto. Y está bien que sea así. Somos un país hecho por inmigrantes. La Nación argentina fue una construcción del Estado. Nunca fuimos una nación que se dio a sí misma una organización política. Pero con ello no significa que no debamos tener una política migratoria que permita que, tanto quienes habitan el suelo argentino, como quienes aspiran a hacerlo, vivan en una situación donde puedan desarrollar sus potenciales capacidades y donde gocen de los derechos básicos de todo ser humano. Tanto la política de Estado en esta cuestión como la dignidad que merecen todos los habitantes de nuestro país son cuestiones pendientes.

La inmigración debe ser una política de estado. Es cierto que somos pocos. Todavía estamos lejos de los 60 millones de habitantes a los que aspiraba Juan Domingo Perón en los años 50. Pero esto no quiere decir ni significa una absoluta anarquía y descontrol en cuanto a materia migratoria y en cuanto a su distribución. Deben existir regiones cuya necesidad de desarrollo deben verse fomentadas con la inmigración. Y otras donde las cuales los bolsones de pobreza no pueden verse potenciados por las corrientes inmigratorias.

**El país que queremos va a estar conformado por quienes lo habitemos. **Y la forma en que lo hagamos es determinante. Debe existir una cierta distribución uniforme de la población que permita el más equitativo desarrollo y posicionamiento de cada una de nuestras regiones. La Argentina de las grandes urbanizaciones se ha visto colapsada por gran variedad  de problemas que van desde el tráfico diario hasta la delincuencia y el narcotráfico. Y en el fondo de todo esto encontramos ante el mismo problema: la falta de una política demográfica y ecológica. La necesidad de establecer un plan de desarrollo a largo plazo.

Las herramientas que nos brindan la demografía y la ecología son fundamentales. La demografía consiste en el análisis estadístico de las poblaciones humanas; es decir, la ciencia cuyo objetivo es la determinación del número y la distribución de los individuos. Así como también las modificaciones en el mismo volumen y distribución. Analiza tres variables fundamentales como lo son los nacimientos, las migraciones y los decesos.  Y esto es lo que le hace falta a Argentina. Un planteamiento serio de su causa material (aquello con lo que algo se hace, es decir los hombres que habitan el suelo argentino)  complementada con una lógica distribución en su territorio** y que logre la unidad necesaria para ser nación**: “soplo de vida” de cualquier comunidad.

Aún hoy, a casi 200 años de la independencia, ¿los argentinos queremos ser nación ?