Los hombres actuamos de forma libre y voluntaria cuando nos es posible. Lo hacemos de forma más libre al comprender el motivo que nos lleva a realizar la acción. Motivar, como hemos mencionado en “El secreto en la supervivencia de toda organización”** **no es otra cosa que mostrar ese motivo para que cada uno elija libremente.

Por el contrario Manipular, corresponde a ocultar el motivo o engañar acerca del mismo. Una acción manipulada es aquella cuyo fin se desconoce o es distinto del conocido. La manipulación no es otra cosa que una deformación de la verdad. Es ocultar el fin o deformarlo de tal modo que la persona no sabe por qué está actuando, o piensa que lo hace para otro fin, no queriendo hacer lo que en realidad está haciendo.

Con ella se produce una afectación parcial de la libertad al condicionar su conocimiento, motivo del obrar. Esto,  como ya hemos dicho, se contrapone a la acción por motivación que se produce cuando se quiere hacer algo porque se sabe lo que se hace y se ha comprendido su fin.

Una muestra de tendencias manipuladoras son aquellas culturas corporativas excesivamente absorbentes. Aquellas que olvidan que la persona no solo trabaja para la empresa sino para sí mismo y para la sociedad en la que vive, haciendo creer que el rol que se cumple va más allá del adecuado:  interferencia en los fines personales mediante la invasión de tiempos por exceso de trabajo, trabajo en casa, conexión constante, etc.

Para evitar este tipo de prácticas debemos pensar de forma conjunta, involucrarnos en las decisiones y poseer el mayor grado posible de autonomía. El rol de los directivos es clave para que el accionar sea motivado y no manipulado.**
**En la diferencia entre motivar y manipular encontramos la diferencia entre la autoridad y quien sólo tiene poder.

La autoridad se merece y es otorgada por los que la reconocen. Al contrario, el poder es simplemente otorgado por el cargo. Esto lleva a que no siempre y necesariamente coinciden. Quien tiene autoridad y sabe motivar se distingue ya que él mismo se encuentra motivado, presenta los objetivos de manera atractiva, respeta a los otros reconociendo su inteligencia y libertad mostrando empatía. Como consecuencia de ello brinda un mayor grado de autonomía (confía) y trata de razonar apartando las emociones e intereses personales.

Un directivo debe asumir la responsabilidad de motivar a seres libres sin caer en la manipulación, logrando que los colaboradores quieran lo que quiere y de esta forma logré que haga lo que él quiere.