Hace años que cada vez que me encuentro con Lito, un gran amigo, discutimos exactamente lo mismo: ¿Cuánto viene por expectativas? No por reiteración el tema pierde vigencia ni tampoco relevancia. Dados los extraordinarios niveles de inflación con los que venimos conviviendo desde hace casi 10 años, el rol de las expectativas podría –y parecería- ser clave. Y más aún ahora, a las puertas de un (gradualista) programa anti-inflacionario.
Lo divertido de las charlas es que cada uno tiene su posición bien marcada: para mí, las expectativas pesan poco y nada; para él, mucho y todo. Cuando empezamos la discusión, hará unos 8 años, las posiciones eran aún más extremas, pero como buenos contrincantes ambos fuimos tendiendo hacia el centro. Hoy en día, diría que para mi las expectativas pesan no más del 30%; para Lito, no menos del 70%.
En lo que sigue, voy a defender mi posición de que las expectativas pesan realmente poco, mucho menos de lo que se dice. Para eso, muy simplificadamente (y sólo para el propósito de nuestra discusión), podemos pensar que la inflación depende de (1) las expectativas inflacionariasmás (2) la solidez del plan económico -el cuál podemos pensarlo en términos de consistencia entre las variable económicas “fundamentales”, tanto fiscales como monetarias (tasa de interés, tipo de cambio, emisión monetaria, déficit fiscal, niveles de deuda, etc).
Dejando de lado el factor suerte, que nunca hay que subestimarlo, podríamos decir que la inflación se genera o bien por expectativas, o bien por manejo económico. Expuesto de este modo la pregunta es clara, si vemos que la inflaciónsube 30%, ¿Cuánto de ella está causada por las expectativas y cuánto por factores económicos?
**La fuerte influencia del **Plan Económico en las Expectativas
Si partiéramos de un escenario de baja inflación, con un plan económico consistente no habría motivo para que se produzcan escenarios inflacionarios ni expectativas inflacionarias. Dicho así parece una obviedad (y lo es), pero por lo bajo introduje un argumento a mi favor: un factor clave para que se produzcan expectativas inflacionarias es la (in)consistencia del plan económico. O para ponerlo de modo más fuerte: las expectativas inflacionarias se producen fundamentalmente por desequilibrios de las variables macro. Va de vuelta: las expectativas inflacionarias se producen fundamentalmente por desequilibrios de las variables macro.
Este punto es clave, debido a que comúnmente se suele referir a inflación por expectativas como si estas respondiesen principalmente a factores psicológicos ajenos a la política económica. De hecho, una fuerte crítica al actual equipo económico es la poca comunicación de su plan económico. Detrás de esa crítica, claro, está la idea de que una mejor comunicación ayudaría a calmar las expectativas y así a bajar la inflación.
Distingamos entonces entre dos factores muy distintos que afectan las expectativas de inflación: (a) la política económica, (b) la política psicológica. El primer factor se combate con un plan económico eficiente y consistente; el segundo con una buena política comunicacional, mediática y vaya uno a saber. El punto fuerte que quiero defender es que las expectativas responden principalmente a la eficiencia y consistencia del plan económico. Como dijimos, en un escenario sólido, con un equipo económico transparente, que explicita un plan determinado (sólido, claramente) y lo lleva adelante, me cuesta pensar que surjan expectativas que difieran a las señaladas por el equipo económico, respaldadas por la evidencia del día a día.
Las expectativas y el fútbol
Déjenme poner en caso del Barcelona, el equipo más maravilloso que me tocó ver. ¿De dónde vienen las expectativas de que Barcelona va a estar entre los primeros de la tabla, tanto en puntos como en posesión de balón? Si todos los medios saliesen a decir que Barcelona va a salir último o que le va a dejar la pelota al equipo rival para esperarlo, estoy seguro de que nadie lo creería. Cualquier interesado por el fútbol más bien se basaría en los resultados, los objetivos, los entrenamientos… incluso podría preguntarle a Luis Enrique o Lio Messi cómo piensan salir a la cancha los próximos partidos, cuál es la estrategia, la táctica, cómo se están preparando, etc. En fin, cuando el plan futbolístico es eficiente y consistente, la política psicológica no parece tener mucho efecto en las expectativas. Digo, ni le creeríamos a los medios si de repente se pusieran en contra del Barca, ni tampoco necesitamos que Messi salga a hablar para transmitir confianza; con verlo día a día en la cancha sobra. La analogía con la política económica es clara. Si el plan económico es sólido y consistente, la política psicológica pasa a segundo plano.
Lo mismo sucede en los casos menos felices. Pongamos como ejemplo a mi querido Argentinos Juniors. Siendo sincero, hace mucho que no veía al equipo jugar tan mal. Claramente el plan futbolístico es dudoso, los refuerzos que llegaron casi no suman minutos, el técnico no transmite una idea clara… básicamente pareciera que el equipo no sabe a lo que juega. En este presente, por más que se junten el DT, el técnico y el genio del Pocho Insúa a decir que el equipo va a luchar arriba es claro que nadie le creería. Por supuesto que los alentaría; pero si tuviese que jugar mi sueldo al Prode diría que el equipo va a terminar mitad de tabla para abajo. En algún punto esto le pasó al anterior equipo económico, que combinaba una fuerte política psicológica (“estamos mejor que nunca”, “vamos a defender el salario de los argentinos”) con una pésima política económica (“emisión al 40%”, “cepo a la compra y venta de divisas”). Por eso, por más que la gente lo alentaba, cuando era por los porotos (paritarias o modo de ahorro) todos proyectaban un aumento de precios al orden del 30%.
**La influencia de las expectativas en el **plan económico
Muchos sostienen que las expectativas condicionan el plan económico. Es decir, si la gente espera una inflación del 30 y el equipo económico apunta al 20, entonces los costos económicos-sociales (especialmente desempleo) serían enormes. Por eso, sostienen, el equipo económico debe tener en cuenta las expectativas de la gente, ya que de ellas dependen los resultados.
Si bien esa idea es atractiva -y también cierta-, para que tenga sentido con lo que venimos diciendo la expectativa que afecta la política económica tiene que referir a la expectativa psicológica, ya que si dependiera del plan económico no tendría porqué diferir. Digo, si el plan económico establece una meta de 20 pero las expectativas son 30, esa brecha –que es la que condiciona el plan económico- debe provenir de algún otro lado. Caso contrario, si la expectativa sólo respondiese al plan económico, debería mantenerse en 20. Por supuesto eso no necesariamente ocurre, ya que bien sabemos que los gobernantes también son seres humanos –con sus propios intereses-, y no hacen siempre lo que prometen.
Dicho lo cual, adhiero que una parte (pequeña) del programa inflacionario debe apuntar a la “política psicológica”. Esto es, a dejar en claro qué es lo que van a hacer, y a mostrar que efectivamente lo están haciendo. Sin embargo, me sorprende escuchar tanta insistencia en el papel comunicacional del equipo económico; y sospecho que eso se deba a que la parte de inflación proveniente de expectativas “psicológicas” está fuertemente sobredimensionada. Como dije al comienzo, mientras que mi amigo le sigue asignando un 70%, para mí no representa más del 30% -y me estiro a tanto sólo porque es un equipo nuevo, con un plan económico nuevo y gente nueva. Una vez el equipo establecido, a la inflación por expectativa no le doy más del 5/10%.
Insisto con una cosa. Las expectativas que vengan por desequilibrios macro, cuentan como problema macro. Acepto por problema de expectativas netamente aquellas que no están fundadas en la política económica. Es decir, mi argumento fuerte es que, con un plan económico sólido -un buen manejo de las variables fundamentales- casi no hay que preocuparse por las expectativas. ¿Por qué razón podrían surgir expectativas inflacionarias en un programa económico sólido? Y si en algún caso surgieran, ¿por qué razón podrían mantenerse al ver que el programa económico se presenta firme y consistente? Como dije, si el Barca juega bien, viene ganando, mantiene el mismo entrenamiento, técnico y jugadores; por qué pensaríamos que de repente va a empezar a perder y jugar a cualquier cosa?
¿Y entonces qué?
Dirimir el rol de las expectativas es importante no sólo a nivel teórico, sino que tiene enormes relevancias prácticas. Si Lito tuviera razón, y las expectativas pesan un 70%, entonces la política psicológica tendría un rol incluso más importante que la política económica. En cambio, si mi hipótesis es cierta, y el peso de las expectativas no llega al 20/30%, tenemos que dejar de hablar de factores psicológicos o comunicacionales y enfocarnos fuertemente en el programa económico.
De hecho, si vemos cómo se vienen moviendo las expectativas, vemos que tras haber bajado fuertemente con la llegada del nuevo gobierno –producto de que el nuevo equipo económico estaba empezando a enfrentar el problema de la inflación, con lineamientos claros-, el último febrero dió un salto, pasando de 25% a 30%. Arriesgo que eso no se debe a cuestiones comunicacionales –las cuales no variaron- , sino a dudas del programa económico –por ejemplo, al hecho de que las paritarias docentes cerraron cerca del 35%, o que volvieron las multas desde el ministerio del Interior. Ya que la política monetaria viene acompañando, la incógnita más grande está en cómo van a afrontar las cuentas fiscales, en las cuales importa tanto el monto como el modo de financiación.
Así que si tuviera que pedirle algo al nuevo equipo económico, en donde menos relevancia pondría es en la comunicación. Los focos primero y segundo estarían en la solidez y eficiencia del plan económico. La verdad es que no me interesa que los jugadores le dediquen muchas energías a hablar con la prensa. Más bien prefiero que sigan los pasos de Lio Messi, y hablen dentro de la cancha.