El pasado miércoles 9 de mayo se llevó a cabo la primera jornada del ciclo de charlas pre-SABF, destinadas a la comunidad y abiertas al público. El tema central fue el Bitcoin y su importancia en la actualidad como elemento disruptivo en distintos órdenes: el tecnológico, el económico y el geopolítico. Este tema tiene una muy cercana relación al tópico central de la conferencia de este año: la colaboración. Si estás interesado en participar en la 10ma edición del foro y todavía no pudiste inspirarte, quizás este resumen de lo que fue la Jornada Bitcon te dé una mano.
El Bitcoin
La primera disertación estuvo a cargo de Manuel Aráoz, quien actualmente trabaja como desarrollador de BitPay, una plataforma líder de pagos online que utiliza esta moneda en transacciones en línea o personales. Aráoz presentó a un público nutrido y heterogéneo el* quid de la cuestión* dura del Bitcoin: ¿qué soluciona? ¿para qué sirve? ¿por qué es seguro?
Las características principales que Aráoz enunció dicen mucho acerca de la revolución que impulsa el Bitcoin. Funciona como un “efectivo digital o electrónico”, utilizando tecnología* open source* y emitida de manera descentralizada. Es decir, no responde a una entidad central de emisión, sino que se legitima en el trabajo en red: cada nodo o computadora almacena toda la cadena de transacciones hechas en la historia de la moneda (unos jóvenes cinco años), y así, puede y debe verificar de manera simultánea la trayectoria que permite cada nueva transacción.
En una red de computadoras interconectadas, no hay forma de saber con certeza si los mensajes que se reciben de otra están completos, si son honestos, o no están confundidos entre sí. Este problema es análogo al*problema de los dos generales bizantinos*. En un sistema de nodos en los que todos tienen información parcial, ¿cómo se llega al consenso en torno al mensaje? Bitcoin introdujo un sistema novedoso para legitimar cada uno de los intercambios que se realizan en esta moneda. Ya habiéndose aprovechado de tecnologías como la firma digital y la autenticación, incorporó una validación en bloques de transacciones y codificados que a su vez erradica la posibilidad del uso doble de la moneda (double spent).
Con el Bitcoin ya no es posible replicar moneda o falsificarla: cada nodo o computadora comparte su información y su trayectoria en el sistema y así, cada uno tiene la información de todos los balances de todos los usuarios de la red. Aráoz explicó que mediante el blockchain, que es un bloque de transacciones que guarda información de todas las que lo anteceden, se disminuye al mínimo la posibilidad de engañar al sistema por cuestiones temporales. Cualquier intromisión de agentes deshonestos en esta red a lo sumo puede pasar por un bloque, pero cuando aparezca el siguiente ya no habrá posibilidades de que la red lo valide. Esto hace que sea muy difícil romper el sistema de Bitcoin.
La revolución descentralizadora
Luego fue el turno de Santiago Siri, quien presentó las implicancias geopolíticas de contar con una divisa para el intercambio queprescinde de autoridades estatales. Amante de la tecnología y las criptomonedas, Siri comparó la revolución del Bitcoin con aquella lograda con la aparición de la computadora personal y con la masificación de Internet. Ambos casos fueron procesos de cambio, que transfirieron elementos que estaban en manos de unos pocos y eran utilizados con fines específicos (militares y científicos particularmente) a manos de gran parte de la sociedad. Es decir, fueron procesos descentralizadores. Conceptualmente, la aparición del Bitcoin también lo es: lleva el banco a la casa de todos. “Cada uno de nosotros puede volverse su propio banco” según las propias palabras de Siri.
En materia de seguridad, esta criptomoneda también es una revolución, ya que permite reemplazar virtualmente a cualquier forma de contrato (no sólo al papel moneda). La validación de una firma puede hacerla cualquiera, y para cualquier entidad (y no sólo para un gran banco o corporación).
Esto le confiere a la criptografía una importancia vital, capaz de cambiar el paradigma actual de la sociedad. ¿Por qué? Bitcoin es una tecnología que, así como internet y la PC, propone cambiar un paradigma de “pocos → muchos” a “muchos → muchos”. ¿Eh?. Claro, el sistema en el que está sumergido la sociedad actual está íntegramente pensado para que unos pocos tengan los elementos de valor y saquen provecho al compartírselo al resto. Por ejemplo, los bancos: unas pocas entidades centralizadas que guardan el capital de todo un pueblo, y sacan un rédito por hacerlo. Bitcoin en ese sentido, propone pasar a un modelo par a par: que todos sean su propio banco y que no haya una entidad central (que no existan aquellos “pocos”). De aquí empieza a entenderse la importancia geopolítica de esta tecnología: ¿pensaría usted que las corporaciones y estados que desean centralizar al máximo la información estarán contentas con una revolución digital que permita atomizar los procesos?
La criptografía hoy día es esencial para poder compartir información de manera segura. Su importancia estratégica se “aprendió” con la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis se volvieron expertos en codificar mensajes, y los aliados lo padecieron durante muchos años. Fue sólo gracias a la expertise del criptógrafo Alan Turing (quien luego sería considerado padre de la computación) que los aliados encontraron la forma de descifrar los mensajes enemigos y desviar los ataques nazis. Hoy día, países como Rusia o China, expertos en restringirles a sus pueblos el acceso a determinada información, miran con ojos alertas a la revolución Bitcoin.
Sin ir más lejos, Siri contó que Vladimir Putin emitió un decreto en el que se considera “sospechosa de favorecer actividades terroristas” a cualquier persona que tenga Bitcoins en territorio ruso. Está claro que esto de que todos tengan la capacidad de encriptar información no le gustó mucho al gigante asiático. Además, si se tiene en cuenta de que potencialmente todas las computadoras pueden participar del proceso de validación de la información a través de Bitcoin, se puede inferir que la red entera actúa como una “Gran Computadora”, cuya capacidad de cómputo es altamente superior a cualquiera existente.
La soberanía de un estado hoy radica en la libre circulación de la información; por ende, el impacto y la revolución de las criptomonedas puede ser mayor de lo hasta ahora imaginado. Esto transforma al Bitcoin en un tema sensible geopolíticamente hablando.
La economía Bitcoin
Para finalizar la Jornada, el presidente de la Fundación Bitcoin Argentina, Diego Gutiérrez Zaldívar, detalló los beneficios que presenta la adopción de esta moneda en varios planos, y en especial, como reserva y transferencia de valor.
Después de hacer un recorrido por la historia económica argentina, ejemplo recurrente de situaciones en las que los gobiernos debieron realizar ajustes sobre el valor de la moneda para solucionar sus propios problemas, Gutiérrez reforzó la idea de que hoy todas las monedas están basadas en la confianza. Esto es porque no hay un correlato cierto con la actividad económica de un país o los respaldos que clásicamente se les exigía (con el oro, por ejemplo). En el caso del Bitcoin, Gutiérrez reconoció que la moneda es inflacionaria, pero el ritmo al que se emite y la cantidad que existe en el mercado se puede conocer con muchísima precisión. Por lo tanto, la variación del precio es calculable y algo negligible. Se prevé que para el año 2140 se haya desencriptado la totalidad de bitcoins, aunque ya en el 2032 el porcentaje liberado se situará cerca del 99%.
Más allá de que lo que principalmente lleva al bitcoin a las noticias son las fluctuaciones en su valor (causado principalmente por especuladores), Gutiérrez Zaldívar hizo hincapié en el potencial de la moneda para solucionar cuestiones de la vida cotidiana y la online: “A mí el precio del bitcoin con respecto al dólar no me importa, sólo su adopción”. Luego señaló que los problemas más importantes que se le atribuyen son resultado de aquellos que juegan con las reglas del viejo sistema: “Poner bitcoins en una bolsa como MtGox es contrario a la idea misma del blockchain, de la independencia de una entidad central y la confianza en la red. Es volver al sistema tradicional”.
Está claro que los amantes de la criptomoneda no la toman como una inversión financiera, sino como una inversión tecnológica, potencialmente disruptiva y rompe-paradigmas.