Entrevista a Teódulo López Meléndez
El domingo 16 de diciembre, Venezuela volvió a las urnas. Las elecciones regionales arrojaron otra derrota para la MUD, que sólo obtuvo 3 gobernaciones contra el chavismo. Entre sus victorias, la oposición volvió a asegurar el estado de Miranda en el liderazgo de Henrique Capriles. Teódulo López Meléndez, escritor venezolano, analiza los resultados y la evolución de la política en Venezuela. Advierte: “Es necesario llamar a un gran diálogo nacional con absoluto desprendimiento”.
**¿Cuán representativos cree que son los resultados de las elecciones regionales?**No se puede realizar un análisis de la contienda electoral que la oposición perdió estrepitosamente sin comenzar por reiterar el absoluto divorcio entre lo que se expresa en redes sociales (Facebook, Twitter) y la realidad del país. Esto demuestra no sólo un uso inadecuado y contrario al que se les ha dado en recientes episodios de la historia mundial, sino una muy especial incultura política de la clase media.
¿Cuál es el peso real de la clase media venezolana? ¿Existe una sobrevaloración de sus percepciones?
En Venezuela, se ha generado ascenso social con inserción en una clase media baja. La vieja clase media, ajena a los asuntos públicos durante décadas, reclama ahora soluciones mágicas que no aparecerán. Los dirigentes políticos son producto del cuerpo social. Si no hay un cuerpo social que genere dirigentes para el momento histórico, siempre se sentirá sin protección. Los viejos elementos protectores (partidos, sindicatos, gremios, etc.) están en máxima debilidad y esa sociedad a la deriva no toma conciencia de su propio poder. Además, hay una escasez brutal de generación de ideas y pensamiento, trasnochados como andan los “dirigentes” en repetir desde hace medio siglo y un cuerpo social que no presta la menor atención a lo que se genera.
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El nivel de abstención electoral fue cercano al 46%, un dato que muchos han remarcado. ¿Está de acuerdo con su importancia?
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Aquellos medianamente informados sabíamos que la abstención sería alta, como siempre ha sido en elecciones regionales, y aumentaría o disminuiría por los últimos acontecimientos sobre la salud de Chávez. Finalmente aumentó, pero uno tiene la sensación de que no tuvo una injerencia determinante. En definitiva, la abstención es apenas un elemento más en la consideración de los resultados.
¿Cuáles serían las causas de la derrota opositora?
Las causas de la derrota oposicionista se remontan al haber aceptado el orden de las elecciones: primero presidenciales, después para gobernadores y luego para alcaldes, en un proceso de renovación de arriba hacia abajo que resultaba inaceptable. Luego, la aceptación de las fechas, por las que “líderes políticos” se lamentarían posteriormente de lo perjudicial de votar un 16 de diciembre cuando la gente anda ocupada en reencontrar familiares o comprar para la Navidad.
Esa inconsistencia, para ser benignos, es lo que caracteriza a una “dirigencia” inventora de excusas. Sumado a ello, un organismo electoral absolutamente tolerante con los abusos oficiales más todos los excesos de poder archiconocidos.
¿Cree entonces que el resultado se apoya en las heridas provocadas por la ineficiencia estratégica de la oposición?
Si no se entiende a un país, no se puede ganar ese país. Es cierto que la maquinaria chavista es fuerte y está sustentada sobre las mieles que el poder ofrece, pero también sobre una poderosa participación popular. Para ganarse a un país hay que plantársele delante y decirle con meridiana claridad: “Esto es lo que queremos hacer de esta nación”.
¿Cuál debería ser la estrategia opositora?
La MUD no es más que una alianza electoral de partidos reducidos que pretendió erigirse como algo más. He señalado que esa “concertación” jamás sería alternativa válida frente a Chávez y que la única vía era la constitución de una “unidad superior”. No se puede enfrentar a un claro proyecto de país como el de Chávez sin un proyecto de país alternativo. Se entró entonces a discutir sobre “vieja” y “nueva” política con una exacerbada adoración por unos muchachos inexpertos.
Venezuela carece de una clase política que merezca tal nombre. Los síntomas mostrados el día de la elección no parecen ayudar. Lo más conveniente a los intereses del país sería que el presidente Chávez pudiera juramentarse el 10 de enero, pero si las circunstancias no lo permitiesen, deberemos ir a una nueva elección presidencial. Suponemos que sería Nicolás Maduro el candidato oficial, en acatamiento a la voluntad del presidente Chávez, pero no podemos dar supuestos en la oposición.
Henrique Capriles no debería hacer prevalecer su victoria en el estado de Miranda ni su condición de electo en primarias. Debería llamar a un gran diálogo nacional con absoluto desprendimiento. De lo contrario, lo único que lograría sería batir el récord de perder dos elecciones presidenciales en meses.
**Las elecciones regionales fueron las primeras en ausencia del líder bolivariano. ¿Hay Chavismo después de Chávez?
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“Cubazuela” han estado gritando por años algunos de los más dedicados opositores al gobierno venezolano. Me atreví a hablar de “Mexizuela”, pues lo que aquí parece consolidarse es, en realidad, una experta manera de ganar elecciones con la perfección del PRI.
**¿Podría replicarse la experiencia mexicana de 2000 en Venezuela? ¿Cómo ve la recepción social de dicha estrategia en el futuro cercano? **
La creo posible, y más aún, imprescindible. Para ello, hay que hacer un esfuerzo de diálogo. En términos generales, un liderazgo como el de Chávez no es sustituible, de manera que me permito observar que Nicolás Maduro debe insertarse en una dirección colectiva. En cuanto a la pervivencia de un chavismo sin Chávez, no tengo dudas. La recepción social sigue, y seguirá siendo, grande porque el chavismo dio voz y participación a los olvidados. En Venezuela podemos decir que hay otro país, uno que muchos no logran ver ni distinguir en su nueva cultura política. Pero quien detenta el poder tiene la mayor responsabilidad en lo que habrá de venir. En este sentido, me permito recordarle a Nicolás Maduro que él no es Chávez. Debe tratar de comprender que sería transición y que toda transición exige apertura.
¿Considera que los herederos chavistas podrían ser parte de una transición exitosa? ¿La clase política venezolana está a la altura del desafío?
No puedo adelantar una respuesta. Si es exitosa, dependerá de una visión de Estado que reclamo con todas mis fuerzas. Deberán brotar nuevos liderazgos, lo que es fácil de decir y difícil de ver. He reclamado a mis compatriotas despojarse de las gríngolas y de los anteojos de suela. Los intelectuales solemos ser desoídos.
Fuente: Nota publicada originalmente en El Estadista