El precio de la privacidad
Es innegable que el desarrollo tecnológico avanza a pasos agigantados.
A lo largo del siglo XXI, nuevas formas de compartir información y conectarse, como las redes sociales, se asentaron en nuestra vida cotidiana, creando nuevos vínculos que previamente no existían. Hoy en día, es inconcebible la vida sin acceso a información en línea, en procesos donde están implicados la emisión, recepción, y procesamiento de datos en redes.
Durante la pandemia de COVID-19, tanto empresas como gobiernos aceleraron la digitalización de múltiples procesos para poder seguir activos y competitivos en el nuevo mundo que surgía. De esta forma, trámites o procesos que anteriormente se podían resolver de forma presencial o telefónica ahora requieren un usuario y contraseña, junto con el aporte de información personal. Entonces, si bien la adopción de lo digital significó un salto muy importante a un nivel organizacional e industrial, también implicó un aumento en los problemas con la utilización, regulación, filtración y acceso de datos personales y públicos.
La Unión Europea define los datos personales como “cualquier información relativa a una persona física viva identificada o identificable”. Esto puede incluir información como el nombre, la dirección, el número de teléfono, la dirección de correo electrónico, la información de la tarjeta de crédito, la información médica, entre otros.
Según We Are Social y Hootsuite, en su último Digital Report 2022, las tendencias actuales muestran que dos tercios de la población mundial estarán en línea en julio de 2023, y el número de usuarios de redes sociales será el equivalente del 60% de la población mundial. Entonces, es menester preguntarnos qué datos personales compartimos con diversas empresas y sitios web en nuestro día a día, y cuáles son los límites a la utilización de los mismos.
La protección de datos personales es importante por varias razones. En primer lugar, garantiza la privacidad y la seguridad de las personas al evitar el uso no autorizado o indebido de su información personal. Esto puede incluir la prevención de delitos como el robo de identidad y el acoso en línea.
En segundo lugar, la protección de datos personales ayuda a construir la confianza de las personas en las organizaciones y las empresas que recopilan y utilizan su información. Si las personas saben que sus datos están siendo tratados de manera justa y transparente, es más probable que confíen en esas organizaciones y sigan utilizando sus servicios.
Finalmente, la protección de datos personales es esencial para garantizar el respeto a los derechos fundamentales y la dignidad humana. Sin ella, las personas pueden verse expuestas a discriminación, acoso o daño económico.
Por todo esto es que las filtraciones de datos personales son un problema creciente en el mundo digital en el que vivimos. Una de las principales causas de estas filtraciones es la falta de medidas de seguridad adecuadas en las organizaciones. En muchos casos, no se toman las medidas necesarias para proteger los datos de clientes y empleados, lo que permite a hackers y otros individuos malintencionados acceder fácilmente a esta información. Además, a menudo se recolectan y almacenan una cantidad excesiva de datos personales, lo que aumenta el riesgo de filtraciones. Asimismo, en algunos casos, se comparten o venden los datos de sus usuarios a terceros sin obtener el consentimiento adecuado, lo que viola la privacidad de las personas, o utilizan la información personal para fines que van más allá de lo que se ha autorizado, lo que también puede resultar en filtraciones.
Por ello, en los últimos años se revalorizó la importancia de tomar medidas de seguridad adecuadas para garantizar la privacidad de los datos. Algunos ejemplos de políticas y prácticas de seguridad sólidas son la encriptación de datos, la autenticación de usuarios y la detección y respuesta temprana a incidentes de seguridad.
Uno de los casos más notorios de filtraciones de datos personales recientes es el caso de Wikileaks. En 2010, la organización publicó un gran número de documentos confidenciales del gobierno de los Estados Unidos, incluyendo cables diplomáticos e informes militares. Esta filtración de datos causó un gran revuelo en el mundo político y diplomático, y también reveló información personal de individuos no relacionados con el gobierno. Otro notorio ejemplo es el caso de Equifax en 2017. La empresa de informes de crédito sufrió una violación de datos que resultó en la exposición de información personal de 143 millones de personas, incluyendo números de seguridad social, fechas de nacimiento y direcciones.
Estos casos ilustran la importancia de la protección de los datos personales y los riesgos asociados con la falta de protección de los mismos. Es crucial que las empresas y organizaciones adopten medidas de seguridad adecuadas para proteger los datos personales de sus clientes y empleados, adoptando un enfoque proactivo para la protección de los datos personales, ya sea a través de la regulación gubernamental o de la autorregulación.
Por lo tanto, ¿cómo podemos proteger los datos personales en un mundo cada vez más conectado y dependiente de la tecnología? ¿Hay algún tipo de información personal que no debería ser recolectada o compartida en absoluto? ¿Qué responsabilidad tienen los individuos en la protección de sus propios datos personales? ¿Cómo podemos equilibrar la necesidad de recolectar y utilizar datos personales para fines comerciales con la protección de la privacidad de los individuos?