Hace ya más de 200 años que el ser humano se ha vuelto completamente racional. Hemos acordado, o han acordado, o de alguna forma se estableció que los Dioses no existen. Entre todos nos pusimos de acuerdo en que lo único que sería válido sería aquello que fuese puramente demostrable por la ciencia. Aquello que pudiésemos ver, tocar, oler y sentir. Nuestros Dioses pasaron a ser los científicos, y además nuestros sentidos. Todo aquello que estuviese fuera de este campo denominado el “real”, no existe. O no es posible, salvo que esté explícitamente demostrado, y funcione en la práctica. Como el magnetismo claro. Aunque nos acalora un poco, ya que no podemos verlo con los ojos.

11728_516091205114696_1706682486_nTodo y absolutamente todo lo que hemos construido, se basa en estos nuevos Dioses. La medicina ha anclado bien profundo sus cimientos en estos Dioses, y, todas sus herramientas, sus tecnologías, sus drogas y sus artimañas para curar, se basan en hechos puramente validados por estos Dioses. Aquello que no se encuentre validado por ellos, por más de que funcione, esta fuera, “out”, no existe. No lo hagas, no funciona. Si funciona fue una casualidad, un evento aislado, un milagro.

Miles de historias nos llegan de oriente, hablando sobre centros energéticos en el cuerpo, sobre nuevas, o milenarias técnicas curativas, sobre otra forma de alimentarse, campos de energía, y cientas de cosas más que, “tal vez” sean verdad, pero los Dioses han dado su veredicto. No, no y no. Todo aquello que no pueda ser extraído mediante un bisturí, con las manos, palpado, visto, que sea MATERIAL, NO EXISTE. Entiéndanlo, no lo olviden. Si lo hacen serán sometidos a burlas, al ridículo, estarán yendo en contra de LA VERDAD. ¿Suerte que la hoguera pasó de moda no?

Resulta que los Dioses han hablado una vez más, su veredicto ha sido dado. Como oráculos que se juntan en un templo para hacer sus predicciones, las mismas ya están hechas. Han hecho uso de sus brillantes mentes, divinamente concedidas, de sus aparatos, tecnologías, métodos hipotéticos deductivos, han pinchado, cortado, pesado, medido, probado, descartado, encerrado, esterilizado, lavado, separado, extraído, etiquetado, anotado, descartado, testeado, una y otra vez, y nos han vomitado el veredicto.

Nos están diciendo que a la tierra no le quedan mucho más que un par de décadas, los más conservadores incluso han hablado de 50 años, por miedo a que sus maravillosas técnicas hayan fallado, y ese grado de error pueda ser cubierto agregando unos 10 años más a sus conclusiones. Y ahí está, está escrito. POR NUESTROS DIOSES. Los mismos nos han sentenciado con no más de 20 años de vida, si es que no cambiamos nuestros sistemas, nuestros hábitos, nuestra forma INSOSTENIBLE de vivir. Alguna vez escuche “existe una sola Dictadura, y es la más fuerte de todas, la naturaleza”. O te adaptás (evolucionás), o te extinguís. Pero ni nuestros actuales Dioses, ni las leyes naturales, ya nada importa. Simplemente la inercia ha entrado en escena.

1045230_181369798699779_2068106372_nEl tren se encuentra cargado con todo el peso del mundo. Somos 7000 millones de habitantes viajando arriba del mismo. Y vamos a una velocidad bastante vertiginosa. Hay una medida que se utiliza para definir estas dos variables multiplicadas. Se llama MOMENTO. MOMENTUM en ingles. Y nuestro MOMENTO es ENORME. Este tren se dirige a toda velocidad, con factores nuevos que día a día lo pueden llegar a acelerar más, como el ingreso de millones de personas al mercado consumista, o el hambre insaciable de aquellos que empiezan a disfrutar del poder que otorga el capital. El poder de comprar y comprar, tratando de llenar un vacío casi infinito, que tristemente nos engaña con una volátil felicidad. Incentivado y potenciado por miles de publicidades, que se nos plasman en la memoria constantemente. Jingles en las radios, letreros en las calles, carteles luminosos en lo alto de los edificios, anuncios en los televisores, imágenes en las computadoras, logos, marcas, pum, pum, pum, están disparando. A donde sea que vayas, lo que sea que hagas, ahí está. Ahí está la última publicidad tratando de empujar a tu interior un deseo, de algo que no necesitas, para aparentar algo que no sos, para ser alguien que no queres ser, para buscar una felicidad que va a durar tan poco como el agua que se escurre entre tus manos.

Y la paradoja está ante nosotros, se está riendo de nosotros, desde lo alto, casi como un Dios. Se está riendo del hecho de que ya hemos descreído hasta de nuestros propios Dioses. Ya hemos descreído de todo, la realidad ahora pasa a ser menos interesante que la irrealidad, la moneda poco a poco está girando, ahora todo está llegando al punto del absurdo. “Future is in the margins” escuche hoy. El futuro está en los márgenes. Creo que estamos llegando a los márgenes. Estamos llegando al punto, en donde el absurdo nos rodea constantemente, estamos en una época en la cual podríamos hacer una parodia de todas y cada una de las cosas que hacemos día a día. Estamos viviendo una paradoja.