Desde el 20 de junio al 22 de junio se reunieron en Río de Janeiro los representantes de 193 gobiernos para participar de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, también conocida como Río+20.

En esta conferencia se pretendía evaluar los logros y avances en materia de compromisos asumidos por los países en materia de cambio climático, biodiversidad, desertificación, entre otros, desde la Conferencia también realizada en Río de Janeiro en 1992 que posibilitó el debate a nivel internacional de tópicos ambientales.

Por otro lado, en esta cumbre se esperaba poner en marcha e institucionalizar la economía verde, definida por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como un sistema de actividades económicas relacionadas con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios que resulta en mejoras del bienestar humano en el largo plazo, sin, al mismo tiempo, exponer las generaciones futuras a riesgos ambientales y escasez ecológica significativa. La implementación de esta propuesta requería reformas políticas en la gobernanza ambiental internacional que generara las condiciones necesarias para una convergencia institucional a nivel nacional.

Río+20 tuvo como resultado final una declaración titulada “El futuro que queremos”, aprobada por todos los países pero que no avanza en medidas concretas para las reformas prometidas.

La declaración final propone la creación de un foro político con miras al objetivo de promover el desarrollo sostenible en lugar de fortalecer el actual organismo existente, el PNUMA, como deseaba la Unión Europea. Las únicas medidas concretas para impulsar la economía verde serían la propuesta de formulación de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, que reemplazarían a los actuales Objetivos del Milenio en 2015 y la creación de una comisión de expertos a ser nombrada en la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas el año próximo.

Al mismo tiempo de realización de la Conferencia, más de** 80.000 personas protagonizaron en Río de Janeiro la Cumbre de los Pueblos, liderada por movimientos sociales, organizaciones ecologistas, ambientalistas e investigadores**. Los manifestantes coincidieron en criticar los objetivos básicos de la Conferencia oficial señalando que la propuesta de la Economía Verde mercantiliza la naturaleza y no solucionaría los problemas ambientales sino que los agravaría. Esta postura tiene eco en varios gobiernos de Latinoamérica, entre los cuáles se destacan Bolivia y Ecuador.

En síntesis, Río+20 ha dejado algunos huellas para proseguir en el futuro pero no ha impreso la marca que prometía ¿Qué opinión te merece el acuerdo final?

Link para leer el documento “El futuro que queremos” (en español): http://www.uncsd2012.org/content/documents/778futurewewant_spanish.pdf