Una herramienta de cambio
Hoy vamos a hablar sobre un tema que nos concierne a casi absolutamente TODOS. Este tópico puede ser abordado de tantas maneras, que incluso me cuesta encontrar la mejor forma de empezar, aún así voy a hacer mi mejor esfuerzo.
Día a día, como animales que somos, necesitamos satisfacer nuestras necesidades. ¿Qué entiendo yo por necesidades? Básicamente que necesitamos comer varias veces al día, necesitamos hidratarnos, necesitamos desarrollarnos socialmente, necesitamos satisfacer deseos.
Analicemos estos ítems paso a paso. La comida es un necesidad básica, todos necesitamos ingerir alimentos, caso contrario nos debilitaríamos, nos enfermaríamos o incluso podríamos llegar a morir. Lo mismo sucede con la hidratación. Pero, ¿qué sucede con los últimos dos ítems? ¿Qué significa desarrollarnos socialmente? Como muchos de ustedes sabrán, somos un animal que necesita vivir en sociedad. Un ser que tiene que sentirse útil para su entorno y aportarle algo al resto, para poder sentirse pleno. Es decir, necesitamos realizar alguna actividad que contribuya a la creación de algo. Puede ser material o no, pero normalmente esta necesidad es innata a todos. Por último, aparecen los “deseos”. Los mismos pueden ser interpretados como “necesidades”, no básicas, que tenemos día a día. Claro está que la gran mayoría de las mismas no son cosas que NECESITAMOS, sino cosas que por lo general, tienden a brindarnos un placer. Dentro de estos me gustaría que nos concentremos en los bienes materiales.
Como les hable en mi post anterior, hace ya un par de siglos hubo una gran revolución, y desde entonces, hemos tenido al alcance de nuestras manos un sinnúmero de bienes. Ustedes mismos, si se toman una pausa (y les voy a dejar un espacio para ello), pueden rápidamente enumerar por lo menos 5 productos que consumieron en el último mes para satisfacer una necesidad no básica.
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Podemos encontrar de todo. Tenemos ropa, joyas, electrodomésticos, cosméticos, insecticidas, adornos, carteras, perfumes, más ropa, etc. Obviamente muchos de estos productos los necesitamos. Son cotidianos. No podríamos vivir sin ellos. ¿Pero qué sucede si nos damos cuenta de que ellos nos terminarían por destruir a nosotros?
En los párrafos anteriores, apareció la palabra “Consumo”. Todos sabemos lo que la misma significa, pero sucede que esta palabrita, poco a poco fue tomando cada vez más y más importancia en nuestras vidas. Eduardo Galeano, escritor Uruguayo, define a “la sociedad de consumo” como: “Prodigioso envase lleno de nada. Invención de alto valor científico, que permite suprimir las necesidades reales, mediante la oportuna imposición de necesidades artificiales”. Esto, entonces, hace preguntarme algunas cosas tales como; ¿Es la mayor parte de nuestro consumo, un consumo innecesario?¿Porqué es que consumimos constantemente cosas que no necesitamos realmente? ¿Tiende esta actividad a brindarnos un placer efímero?
Como bien sabemos a diferencia de las plantas, somos animales que necesitan tomar sus alimentos, animales que no pueden producir su comida y que lo único que parecería que hacen es consumir. Esto no es del todo correcto, pero dejémoslo así para seguir. Se podría decir que cada vez que un ser humano es traído al planeta el mismo representa una “carga” para este. Esto quiere decir que este nuevo ser, será un consumidor de recursos, por lo que el planeta deberá dedicar un pedacito más de tierra para poder satisfacer las necesidades del mismo. Ya sean de alimentos, de vivienda, o cualquier otra necesidad básica. El problema aparece cuando no es un ser sino que son casi siete mil millones de personas las que habitamos el mundo hoy en día. ¡Este número es un siete, seguido de unos nueve ceros! ¡Casi tanto, como los dólares que un Jeque Árabe se acaba de gastar en una mano de Póker! Es mucho ¿no?
Ahora, si enlazamos esta cantidad de personas con una ingente cantidad de deseos materiales de los mismos, eso nos da como resultado… una incompatibilidad. Es decir, o dejamos de reproducirnos, o nos vamos a ¿Marte? Claro está, que ninguna de las dos opciones sucederá, con lo cual tal vez, ¿podríamos modificar nuestros hábitos? ¿Cabe la posibilidad de que nos replanteemos ciertos deseos que tenemos?
Algunos expertos concluyen que tenemos que “migrar” cuanto antes hacia un consumo cada vez mayor de servicios, y menor de materiales. La infinidad de plásticos que usamos día a día para todo, es un material cuyo reciclaje es LIMITADO. Sí, así es. Ningún (hasta el momento) plástico se puede reciclar una y otra vez sin alterar sus propiedades. Es por esto que cada vez que vamos a comprar una Coca – Cola, no solo deberíamos preocuparnos por nuestra salud debido a la proporción de azúcares refinados y demás agregados químicos que estamos ingiriendo, sino que además el plástico que estamos trayendo al planeta ha tirado un poquito más de la cadena del petróleo, volviendo a causar un daño irreparable. Algunos piensan: “Pero la botella ya estaba hecha ¿cómo es que yo la traje al mundo?” Esto sucede porque cuando uno compra un producto, automáticamente eso queda registrado en el historial de ventas de una empresa. Con lo cual la empresa va a volver a producir esa botella, ya que sabe que en algún momento la misma se venderá. Obviamente siempre estamos hablando de promedios. Y lo mismo sucede con todo, con cada cosa que compramos, hoy en día pocas cosas de las que consumimos se pueden reutilizar, es por esto que nada es más importante que un CONSUMO RESPONSABLE.
¿Qué es el consumo responsable?
En los tiempos vertiginosos que vivimos, ya son muchas las personas que se han dado cuenta de que el poder está en nuestras manos. De que somos nosotros los que consumimos sin preocuparnos de dónde vienen los productos, y de que recaemos continuamente en una actitud hipócrita al culpar a un empresario que esclaviza niños para producir prendas, pero luego compramos las mismas. Como se habló en el post anterior, son nuestros granos de arena los que hacen a la playa. Somos nosotros quienes decidimos qué productos comprar, quienes debemos preocuparnos por el origen de los mismos, de los materiales con que están hechos y de muchas cosas más que el sentido común puede descifrar. Si los consumidores empezamos a demandar alimentos orgánicos (alimentos sin aditivos químicos ni genéticamente modificados), productos con un packaging menos contaminante, productos que no esclavicen niños, sin lugar a dudas las empresas tendrían que modificar su forma de proceder o quedarían fuera del mercado.
**¿Es más caro el consumo responsable?
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No necesariamente. Poco a poco muchas empresas se están dando cuenta de que hacer las cosas bien no tiene que ser más caro. Cabe la posibilidad de que así sea en algunos casos, debido a que a veces se incurre en costos extra, porque enmendar errores sale caro. Con esto me refiero a que nuestras industrias ya han sido diseñadas de una forma no sostenible, con lo cual hacer las cosas sostenibles ahora las hace incurrir en gastos “extra”. Pero si la inversión inicial y el proceso desde un principio se diseñan bien, los costos de producción no tienen porqué ser más altos. De todas formas, cuantos más seamos los que tomamos estas decisiones las economías de escala terminarían por favorecernos. Además, hay que pensar que si llegase a costar un poco más algún producto, la diferencia siempre lo vale. ¿Qué mejor que cuidar la tierra que siempre ha cuidado de nosotros? ¿Qué mejor que devolverle algo de TODO lo que nos ha dado? Después de todo es ella quien nos provee del abrigo, del alimento, del agua y de todo lo que necesitamos para vivir.
¿Es esto suficiente?
Algunos creen que no. Para algunos la solución es cambiar nuestros hábitos. Uno de esos “algunos”, soy yo. Considero que lo mejor es tratar de disminuir nuestro consumo, y empezar a cambiar nuestra forma de vida. Los budistas explican esto diciendo que el hombre busca la felicidad por fuera, y es por esto que nos desesperamos por consumir bienes materiales. Es una buena teoría. La verdad no la sabe nadie. Lo que está claro es que la forma en la que estamos procediendo no nos está llevando a buen puerto. Otra increíble realidad es que lamentablemente hoy en día trabajamos tantas horas, debido a que…. ¡¡Consumimos eso!! Todas las empresas, industrias y la mayor parte del sistema económico y financiero se basa en el consumo de recursos. Si una X cantidad de gente trabajando W cantidad de horas, es necesaria para un consumo Z, si ese consumo decrece, obviamente o decrece la cantidad de horas trabajadas, o la gente se queda sin trabajo. Creo que está claro cuál es la opción más sana. Es decir; el consumo nos saca tiempo, contamina el planeta, esclaviza niños, y ¿aún así cada vez queremos consumir más? Pensémoslo. Un estudioso y pionero en la teoría del “decrecimiento” es Serge Latouche, economista Francés.
¿Quiénes son nuestros enemigos?
Enemigos, ojalá que ninguno. Pero hay quienes intentan y trabajan día a día para fomentar el consumo. Todo a nuestro alrededor, cada vez que salimos a la calle, nos invade con una cantidad casi infinita de imágenes, frases, jingles y demás inventos con el fin de vender productos. La publicidad día a día compite por intentar vender más y más. Obviamente cada quien pretende que su producto le gane al de la competencia. El problema no sólo es este, sino que muchas veces terminamos comprando cosas que no sólo no necesitamos, (el marketing lo llama “generar un deseo”), sino que nos perjudican a nosotros y al planeta. Es por esto que en el principio traté de discernir entre las cosas que necesitamos, y las cosas que “deseamos”.
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¿Cómo hago para generar un cambio?**
Las posibilidades son infinitas. Para empezar por lo más importante podemos tratar de cambiar ciertos hábitos. En vez de comprar día a día esa botellita de plástico con esa gaseosa insalubre, podemos llevarnos una botella desde nuestras casas, siempre recordando que es mejor el vidrio ya que el plástico muchas veces libera sustancias químicas las cuales no son nada buenas para la salud. Otro hábito más radical podría ser tratar de que los regalos que nos damos para las fiestas sean regalos más sentimentales en vez de algo material. Después de todo, ¿Cuántas remeras, calcetines o calzoncillos necesitamos almacenar en la repisa? Otra preocupación realmente importante es la distancia que viajan los productos. Sucede que el gasto de combustibles y la contaminación que deja el transporte de productos representan casi un 15% de las emisiones totales de carbono, es por esto que convendría comprar los productos que provienen de las cercanías antes que preferir los que viajan por todo el globo. Y por último SIEMPRE es preferible comprar productos que sean naturales y renovables.
La información que hay que manejar es bastante, pero tenemos que ayudarnos entre todos. Son muchas las cosas que podemos hacer, pero lo más importante es hacerlas juntos. Por lo general estos temas no se tratan en una mesa familiar, o con amigos, ya que parecen ser temas “aburridos”, pero ¿qué más importante que cuidar el planeta y sentirnos más saludables día a día? ¿No podremos así disfrutar mucho más de nuestros amigos y de la hermosa naturaleza?
¿Somos sólo consumidores inagotables de recursos?
Como dije más arriba esto no es del todo cierto. Sucede que de cierta forma sí lo somos, pero también sucede que al ser seres conscientes de nuestros actos, o capaces de serlo, tenemos un potencial muy grande de modificar la realidad que nos rodea. Somos capaces de generar mucha abundancia, y lograr “moldear” la naturaleza para vivir en equilibrio con la misma. La Permacultura trata mucho esta cuestión.
¿Y para terminar?
Para terminar podemos concluir en que por suerte el poder está en nuestras manos. Por suerte no depende de nadie sino de nosotros mismos el hecho de cambiar la realidad en la que nos encontramos inmersos. También debemos comprender que esto no podemos lograrlo solos, y que la mejor forma de generar un cambio significativo es compartir el conocimiento, hablar mucho entre nosotros, y ayudarnos a tomar día a día esas sabias decisiones, que poco a poco nos ayudan a devolver algo de todo lo que tomamos.