No necesito nada más que esto
El 5 de diciembre se celebra año a año e internacionalmente el día del voluntariado, una fecha que “celebra la participación de las personas que contribuyen al cambio a nivel local, nacional y global” según menciona la Organización de las Naciones Unidas y en la que se conmemora especialmente a aquellas actividades e iniciativas que trabajan por una transformación positiva de la sociedad.
Es un día, entonces, para celebrar y reconocer el trabajo de millones de personas que toman la decisión de resignar una recompensa económica por un trabajo que puede ser más o menos exigente o requerir de ellos más o menor compromiso, y realizar tareas que repercuten en varios ámbitos y niveles. Los ejemplos son innumerables: desde los bomberos voluntarios, hasta el de una organización barrial, pasando por organizaciones como el SABF. ¿Por qué es importante el voluntariado?
En varias organizaciones el trabajo voluntario comprende la mayor parte de su capacidad de acción. ¿Por qué? Por un lado, los recursos que requieren para alcanzar sus objetivos (en general, demasiado grandes) no pueden suplirse a partir de sus capacidades económicas (que suelen ser chicas). Además, esta capacidad económica no viene dada por su productividad (porque no generan beneficios económicos, sino que dependen de la captación de recursos de fuentes diversas y ajenas). Por otro lado, aún consiguiendo estos recursos, saben que este tipo de objetivos pueden movilizar a personas a que se unan a la causa sin requerir más que la satisfacción de haber colaborado. En el camino, por supuesto, asumen responsabilidades, toman decisiones y aprenden de temáticas y procesos que de otra manera no habrían siquiera vislumbrado.
La presencia de voluntarios, en otra instancia, evidencia la necesidad de que otros actores sociales se involucren en soluciones de las que no están responsabilizándose. Así, voluntarios son los que dan apoyo escolar a unos chicos de barrio pobre cuyos profesores están de paro, o voluntarios ingenieros diseñan proyectos para facilitarle la vida a personas que viven en lugares inaccesibles u olvidados, o voluntarios maestros de música los que llevan arte a lugares donde escasea y no son prioritarios para la agenda pública.
Por otro lado, para quien es voluntario, el serlo otorga la seguridad de saber que lo que hace, lo hace con la mejor de todas las intenciones: movido por la pasión, el amor, la entrega. Sea dedicado a lo que sea: a una causa social, a un proyecto, a una propuesta, o incluso a una sola persona.
En centenares de lugares la presencia de un voluntario otorga confianza de un trabajo no egoísta, que principalmente busca cumplir el objetivo en sí (no voy a ser ingenua de decir que no tienen otras metas, si como habíamos mencionado, racionalmente todos nuestros actos persiguen algún interés). Tranquiliza en sociedades donde tantas cosas se realizan para encubrir fines poco loables, compartidos por pocos o ninguno. Pero además, es demostrable el hecho de que las acciones desafiantes y que coinciden con un objetivo moral son las que realizamos de manera más eficiente. Este video lo muestra. La recompensa económica sin duda nos mueve a hacer algo, pero no es lo que nos lleva a ser lo mejor que podemos ser.
El ejemplo de la charla TED de Daniel Cerezo en la última edición de TEDxRiodelaPlata da un poco la pauta de la importancia de llevar adelante estas acciones. Fue la presencia de un otro desinteresado lo que le permitió al disertante romper con muchas más barreras. El voluntariado es, en definitiva, un espacio para poder ser líderes y catalizadores de cambio, propio y ajeno. Por lo tanto, desde mi perspectiva, una oportunidad única para asumirse en una diversidad y apostar por la igualdad de oportunidades.