El Bullying: ¿culpa de padres o maestros?
Recuerdo que de pequeña mis amigos y compañeros de clase realizaban juegos en donde medían su fuerza, competían en carreras de velocidad y ponían sus brazos sobre una mesa para vencer a su contrincante. Aquellas entretenidas actividades hacían pensar a muchos de nosotros que había rivalidad entre ellos, pero al terminar los juegos todos continuaban siendo amigos y compañeros de clase.
Ahora parece ser distinto, y es que los pequeños juegos se han convertido en una sátira de la violencia que los niños y adolescentes consideran es común. En un entorno saturado de las tendencias, la moda y la falta de información, los pequeños niños se vuelven en gigantes malvados que se la pasan asechando a su presa día a día dentro del salón de clase. Frente a los ojos de todos los alumnos, e incluso algunas veces de los maestros, estos niños y adolescentes tienen como finalidad humillar y hacer sentir mal a su compañero al que llaman “el más débil”.
El bullying podría considerarse como una de las grandes epidemias del siglo XXI, pero lamentablemente la cura parece estar cada vez más lejos. ¿Quiénes son los doctores que tienen la píldora milagrosa para acabar con el mal? Esta pregunta podría encontrar su respuesta alrededor de cada padre de familia o cada autoridad escolar, sin embargo esos gigantes abusadores también son seres pensantes y razonables. Como individuos, todos contamos con la gran capacidad de identificar lo bueno de lo malo, según nuestros prejuicios, ética o moral. Pero para llegar hasta este punto en donde sabemos que podríamos hacer el mal o el bien, necesitamos partir de una base bien fundamentada y unos buenos cimientos, sólo provistos por una buena educación.
Algunas de las primeras reglas que se nos presentan en la vida podemos encontrarlas en casa: “no hagas esto, no tomes esto, no corras aquí”; y sabemos que si hacemos todo lo contrario romperíamos esta regla, obteniendo una sanción. La rebeldía para algunos niños podría sonar tentadora: ser el chico que rompe las reglas y se porta mal aunque lo castiguen, hará que sus amigos hablen de él como un héroe… pues a esa edad ¿quién se atreve a desobedecer a sus padres? Es muy probable que este pequeño que no respeta a sus padres tampoco tenga respeto por la autoridad escolar, y mucho menos por sus iguales.
No hay duda de que cada caso de bullying que se presenta ante las direcciones escolares, psicólogos, padres de familia, videos en las redes sociales e incluso en cada noticiero, es una gran señal en donde el pequeño agresor y su víctima piden ayuda de los adultos a gritos. Lamentablemente, la respuesta ha sido muy lenta… al menos en México, donde se han registrado casos mortales de pequeños en edad escolar, quienes no resisten los maltratos a los que se exponen cada día. Los niños deben sentir la escuela como su segundo hogar, un lugar donde la tranquilidad y la seguridad de su persona son indispensables.
La violencia no es una materia educativa, y cada persona tiene que jugar un papel importante dentro de la vida de cada niño y adolescente; en especial porque en unos cuantos años, esta atención podría ser la clave para que se conviertan o en líderes sociales, o en agentes tóxicos que se encarguen de mantener el miedo vigente en la sociedad.