Francia posee 29273 kilómetros de líneas ferroviarias. A ver, esto es como ir desde Buenos Aires a Chicago, volver a la capital argentina, y luego re-retornar al Estado de Illinois. Todos los días circulan 15000 formaciones (un promedio de más de 10 por minuto, y de 5.5 millones al año), que cubren alrededor de 3000 ciudades del territorio galo.

A simple vista es de esperar que, con una red de tal magnitud, sólo el mantenimiento de las vías implique un gran trabajo; y que la enorme cantidad de conexiones/trasbordos pueda provocar retrasos o desempeños no esperados. Sin ir más lejos, en el año 2013 la* Société Nationale des Chemins de Fer* (SNCF), principal compañía ferroviaria del país, reportó un total de 22 accidentes. Entre 2013 y 2014, uno de cada diez pasajeros “sufrió” un retraso de al menos 5 minutos en algún tren de la red.

Los pasajeros y usuarios regulares no dudan un segundo en hacer catarsis y expresar sus quejas en los diferentes medios que la web 2.0 les ofrece: foros, redes sociales, sitios oficiales, etc. Todos juntos aunados por la queja: ¡no es aceptable que un tren se retrase más de 5 minutos! Mucho menos si hay un accidente: ¡¿qué clase de empresa es esta en la que viajamos!?

Por mucho tiempo creí que estos eran – entre otros – problemas “primermundistas”. Como ellos nunca tuvieron la oportunidad de viajar en el subterráneo de Buenos Aires en hora pico (cuyo problema principal es la falta de frecuencia por no contar con suficientes formaciones y una red no-optimizada), solía creer que sus pedidos y reclamos se podían catalogar como “menores”.  En mi antiguo razonar, si un tren de media distancia Montpellier – París se retrasaba 15 minutos, yo no veía problema alguno. Ni quejas, ni reclamos, ni suspiros: paciencia y aceptación.

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Pero después me puse a pensar un poco más allá: intenté entender las razones por las cuales los países en vías de desarrollo, como los latinoamericanos, no lograban tener una infraestructura como aquella. Y aún un poquito más lejos: por qué la calidad de vida (ya en un sentido más amplio) lograba a veces ser tan diferente. ¿Es tan alejada una realidad de la otra? Sin entrar en cuestiones políticas – que implicarían interminables análisis sobre la toma de decisiones de un tal o cual – me di cuenta de que mi postura pasada era un poco errada.

Quizás esta reflexión sea un poco simplista, pero creo casi firmemente de que la diferencia fundamental yace en una cuestión educacional y cultural, y es – quizás lo más fuerte – totalmente independiente del poderío económico o fortaleza política del país. La diferencia existe porque tanto Francia como otros países desarrollados han establecido **un *****estándar ***de condiciones de vida. Han logrado definir qué es aceptable y qué no, como sociedad, como grupo de convivencia humana.

stopHoy, si un francés va manejando por la calle y ve una señal de “PARE”, no lo duda: desacelera, casi hasta el punto muerto, mira a ambos lados, y recién ahí vuelve a acelerar. No importa si ya sabe que no viene nadie; no importa si es innecesario que, de hecho, pare. El conductor respeta esa señal tal cual se lo enseñaron. ¿Será porque le quitan puntos si lo agarran en contravención? No: es indistinto si hay o no un policía vigilante. Lo hace porque así considera que debe hacerse: porque eso es lo que considera aceptable como conducta. Ni una excelente, ni una pésima conducta: una aceptable, esperable, una conducta estándar.

Y así ocurre con todo… (bueno, con casi todo). Desde por qué se quejan si hay un retraso, o un accidente de tren (aunque las estadísticas anteriores muestren que 22 accidentes en 5.5 millones de trayectos equivalgan a 1 en 248 863), hasta por qué esperan que el agua y el pan se sirvan gratis en un restaurant. Es lo que ellos consideran la base de lo razonablemente aceptable para vivir en sociedad. Esto no quita que las cosas puedan hacerse aún mejor, ni mucho menos que estos países no tengan problemas… por supuesto que los tienen.

La International Organization for Standarization (ISO) ha definido a lo largo de la historia todo un conjunto de normas para establecer un nivel de aceptación común en la industria: el nivel estándar. No es el nivel al que hay que aspirar: por supuesto que se puede ir más lejos. Pero definitivamente no es el nivel para estar por debajo.

¿Deberíamos pedirle a esta empresa que cree una norma ISO-N0001, para dejar en claro cómo queremos vivir? Quizás deberíamos empezar a reclamar más y dejar de aceptar tanto. Pasar a la acción y no apagarnos en la palabra. Una barrera más alta sea quizás la fuerza impulsora hacia el cambio que necesitamos los países en vías de desarrollo.