adrianamendez

La educación en el siglo XXI nos marca un enorme desafío en cambiar ciertos paradigmas ya obsoletos y limitantes por otros más útiles y potenciadores. Desde mis experiencias como docente para adultos en el idioma inglés y en comunicación humana, formando docentes, directivos y líderes en cualquier ámbito, me pregunto ¿cómo se encuentra el actual sistema educativo?; ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Qué se espera de los alumnos? ¿Los prepara realmente para este mundo actual? ¿A qué se debe el alto índice en algunos países como en la Argentina de “fracaso escolar” y/o deserción? ¿Por qué los niños al entrar en el nivel primario van perdiendo sistemáticamente la creatividad y curiosidad innata?

Con este artículo no tengo intención de analizar la educación desde un punto de vista estructural y/o político, especialmente en la Argentina.

Mi aporte es invitarlos a pensar juntos qué es lo que significa hoy enseñar y aprender más cercanamente a lo “natural” o “cerebro-compatible”. En los últimos 20 años del siglo XX las neurociencias marcaron y seguirán aún marcando el rumbo en distintas áreas y niveles.  Gracias al desarrollo tecnológico por imágenes, se ha podido comprobar, rectificar y aprender más sobre el funcionamiento del cerebro – que es la estructura biológica más avanzada de nuestro mundo – y cómo éste aprende.

Además de las neurociencias, y en particular, la neuropedagogía, la PNL (Programación Neurolingüística) son algunas de las disciplinas que contribuyen a entender mejor cómo es el proceso de enseñanza-aprendizaje. El comprender y ser conscientes de los procesos (o sea el “cómo se aprende/enseña”) es independiente de las distintas áreas de conocimiento. Estos procesos muchas veces no se incluyen en la currícula por ser quizás una obviedad o quizás por desconocimiento. El propósito de este artículo es lograr un pequeño aporte para mejorar la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. Este es un proceso sistémico y complejo. Sin embargo, muy posible de realizar.

En primer lugar resulta imprescindible un autoconocimiento tanto por parte de los docentes como de los alumnos. Uno de los cambios paradigmáticos es que ya el docente no debe ser visto como el “dueño” de los conocimientos o verdades sino como el facilitador, o líder, del proceso de enseñanza-aprendizaje. Es la persona que ayuda a desarrollar a sus alumnos, es quien les plantea desafíos adecuados. A pesar que esta idea puede llegar a ser acordada por muchos docentes, todavía algunos muestran modelos mentales limitantes que pueden generar miedo, frustración y trabas en sus alumnos. Cuando planteo el autoconocimiento, me refiero específicamente al dominio de las emociones y creencias hacia el proceso de enseñanza-aprendizaje. Entre otras cosas, es necesario desarrollar la resiliencia, manejar el enojo, cómo dar y recibir feedback; saber cuándo valorar a los alumnos y alentarlos; de qué forma hacerles ver sus posibles errores y cómo “corregirlos” y aprender de ellos; fomentar la risa y la diversión como elemento motivador, entre otras cuestiones.

Para ello, se necesita crear un ambiente natural o cerebro-compatible para que los alumnos, de cualquier nivel y/o área, se sientan a gusto para iniciar así el proceso.

Pensemos:

¿Qué significa “enseñar”?

Enseñar es…:

–       …instruir?

–       …transmitir conocimientos?

–       …exponer distintos temas?

–       …proveer los desafíos correctos?

–       …comunicar habilidades, ideas que los docentes poseen y que luego los alumnos las hagan suyas aplicándolas en algún momento determinado?

–       … lograr que los alumnos se desarrollen emocional, cognitivo y físicamente?

¿Qué significa “aprender”?

El aprendizaje es el proceso a través del cual se adquieren o modifican habilidades, destrezas, conocimientos, conductas y/o valores como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, el razonamiento y la observación.

El desafío reside en cómo hacer lo que describe esta definición.

“Yo no puedo enseñarte nada, sólo puedo hacerte pensar.” Sócrates

Cada cerebro/mente es único y posee un estilo de aprendizaje particular y distinto. Este es un concepto que quizás compartan tanto alumnos de cualquier área y nivel como docentes. La pregunta es, ¿se enseña y se aprende teniendo en cuenta este concepto? ¿De qué forma aprende un alumno? ¿De qué forma enseña un docente?

Las personas percibimos la información del entorno a través de los sentidos y codificamos esta información en distintos sistemas de representación o canales de comunicación: Visual, Auditivo y Kinestésico. Este último se refiere a las sensaciones, el gusto, el tacto y el olfato. Cada persona, por lo general  usa uno de estos sistemas como el preferido y a partir de allí se “desatan” distintas maneras de prestar atención a distintos elementos. Es decir, las personas van filtrando lo que perciben de distintos modos. Por ende, el formador o docente debe conocer la existencia de estos sistemas para poder entonces apelar a ellos, y así asegurarse de llegar a todos sus alumnos. Por lo tanto, si un alumno percibe más lo visual, va a dejar de lado los elementos orales. Le pasará lo mismo a aquella persona que perciba más a través del canal auditivo o el kinestésico. Por lo tanto, los temas abordados deben contener material de todos los sistemas para así asegurar que llegue a todos los cerebros.

Por lo general, los docentes enseñan de la forma que ellos aprenden y el desafío se encuentra en que enseñen de la manera en que sus alumnos aprenden.

Por último, es importante cuestionarse los siguientes aspectos reales de hoy día:

  • la estructura actual de la educación sigue centrada sólo en la transmisión de conocimientos
  • el silencio en clase es lo que prima
  • la posición de los bancos siempre es en hileras, y el centro de atención es el docente

Muchas veces se deja de lado, especialmente en adolescentes y jóvenes, la transmisión y entrenamiento en áreas que no están incluidas en la currícula y que, desde mi punto de vista, deberían estar presentes abiertamente desde que el niño ingresa en el sistema educativo y que son las habilidades comunicacionales, las habilidades emocionales o el alfabetismo emocional, los valores y los **modelos **mentales.

Un buen maestro no es quien ya conoce las respuesta y tiene las soluciones, sino quien es capaz de formular preguntas válidas y dirigir el proceso de aprendizaje.” Robert Dilts