Hoy voy a contarles algo que me pasa a mí, pero que también le esta pasando a mucha otra gente de mi edad. Siento que soy parte de la generación de los que “quedamos en el medio”. Gente de 24 – 27 años, que elegimos una carrera larga, que estamos por terminar, pero que cada día que pasa se nos hace más cuesta arriba llegar a esa ansiada graduación.

Pensamos que si estuviésemos en los primeros años dejaríamos la carrera y haríamos una más corta, vemos que personas cada vez más jóvenes comienzan a frecuentar los espacios en los que nos queremos involucrar. Hacemos muchas cosas a la vez, estudiamos, trabajamos, participamos de organizaciones o tenemos vocación social, pero, por sobre todo, tenemos ganas de emprender nuestro propio proyecto. Y vemos que, por como esta dada la educación hoy en día, ya no importa tanto lo que estudias, sino lo que haces.

Hoy, el acceso a la información y los avances tecnológicos permiten validar hipótesis mucho más rápidamente. De repente, el concepto “Lean” que últimamente se viene mencionando mucho en el ámbito emprendedor, tiene sentido también en la vida real y en la educación. ¿Para qué voy a estar viendo teoría durante 5 o 6 años, si hoy puedo validar mi proyecto en semanas, días o incluso horas?

Un ejemplo es el de Jack Andraka, que** a los 15 años, googleando, encontró una forma de detectar el cáncer de2014-04-15-jack-andraka p****áncreas** en forma temprana, no invasiva, con un costo significativamente menor y una precisión casi perfecta. Él utilizó una herramienta a la cual hoy (casi) todos tenemos acceso, procesó esa información, la analizó, y desarrolló los primeros estudios. De nuevo, suena mucho al concepto Lean.

Está claro que esta “crisis de los veintitantos” se va a seguir repitiendo e incluso magnificando en los próximos años. Hace un tiempo escuchaba a Gerry Garbulsky decir que para él no falta mucho para que el próximo** Premio Nobel tenga menos de 20 años**, o para que el siguiente presidente de una potencia mundial sea un treintañero.

Y en este punto, en donde vemos que todo avanza velozmente, que los tiempos cada vez se acortan más,** la educación sigue siendo la misma de hace cientos de años**. Las causas son muchas: estructuras grandes sumamente lentas y con mucha resistencia al cambio, personas que gestionan que son de una generación diferente a la nuestra, profesores que enseñan temas ya obsoletos y no conocen las últimas tecnologías, etc.* ¿Cómo puede ser que en una materia como Procesos Industriales, en donde se enseñan todos los procesos a los que son sometidos los diferentes materiales, no se mencione en todo el año, ni una vez, la impresión 3D?* Algo que, hoy en día, nadie pone en duda que va a revolucionar la industria en los próximos años. Los contenidos de las materias deben ser dinámicos, deben revisarse anualmente, deben adaptarse a los cambios que se dan en el mundo y el mercado.

Como estudiantes vivimos en un mundo en el que, además de ir a la universidad, trabajamos y tenemos miles de estímulos alrededor que desvían nuestra atención. Pero como mencionamos, el sistema educativo, en la mayoría de los casos, se mantiene intacto. Y, para muchos jóvenes, la universidad se empieza a convertir más en un limitante que en una generadora de herramientas y oportunidades. En mi caso, me encanta lo que estudio (Ingeniería Industrial), participo activamente en eventos de mi facultad y soy un agradecido de todo lo que me da. Pero a la vez siento que hace tiempo llegué a un techo, que ya estoy listo para dar el salto y que mi tiempo lo puedo estar aprovechando para hacer cosas que tengan un impacto real. Y creo que esta sensación se va a ir acrecentando para las próximas generaciones.

El colegio técnico y la universidad me dieron otra forma de pensar. Para mí, esa es la clave de la educación para los próximos años. Inevitablemente debe virar hacia algo personalizado, en donde nosotros, ya sea física o virtualmente, podamos elegir qué contenidos queremos aprender. La información está disponible con solo tipear ciertas palabras clave en un buscador en Internet, no necesitamos “comernos” veinte libros con teoría que nunca vamos a llevar a la práctica porque es obsoleta, o simplemente porque es información que vamos a tener al alcance de la mano en el momento en el que la necesitemos. La educación nos debería dar la base, las herramientas, para que nosotros podamos procesar toda esa información y usarla para nuestro beneficio.

Hagamos de la educación algo más práctico y menos teórico. Que la carrera sea un constante proyecto en el cual aprendamos por las acciones que tomamos, en el que equivocarnos no esté mal sino sea parte del aprendizaje necesario. Construyamos una universidad que no sea una fábrica de profesionales estándar preparados para el mundo empresarial, sino que sea una formadora, un acompañante en la búsqueda de la profesión de cada uno de sus estudiantes.