pisaEl Pro­gram for In­ter­na­tio­nal Stu­dent As­sess­ment (PI­SA) es la más pres­ti­gio­sa prue­ba pa­ra eva­luar a los es­tu­dian­tes a ni­velin­ter­na­cio­nal. Son apli­ca­das ca­da tres años y exa­mi­nan el ren­di­mien­to aca­dé­mi­co de alum­nos de 15 años en tres áreas te­má­ti­cas cla­ve: lec­tu­ra, cien­cias y ma­te­má­ti­cas.

El úl­ti­mo PI­SA que fue publicado se to­mó en 2009 y sus re­sul­ta­dos fue­ron de pú­bli­co co­no­ci­mien­to en el mes de Di­ciem­bre del año 2010. Par­ti­ci­pa­ron to­dos los paí­ses miem­bros de la Or­ga­ni­za­ción pa­ra la Coo­pe­ra­ción y el De­sa­rro­llo Económico (OC­DE), y paí­ses aso­cia­dos.

La escala de medición de resultados para cada área evaluada es de 0 a 1.000 puntos. Por las características de la prueba ningún país ha superado, en las distintas ediciones, los 600 puntos y el promedio para los propios países de OCDE es de 500 puntos. La Ar­gen­ti­na ob­tu­vo 398 pun­tos en Com­pren­sión Lec­to­ra, 388 en Ma­te­má­ti­cas y 401 en Cien­cias. Por consecuencia, la ca­li­dad de nues­tro sis­te­ma edu­ca­ti­vo es­tá muy por de­ba­jo de los es­tán­da­res mí­ni­mos acep­ta­bles.

Pero, asi­mis­mo, PI­SA mues­tra que pa­re­ce­ría ha­ber un ini­cio de cam­bio de di­rec­ción: la caí­da en los pun­ta­jes que ve­nía ob­te­nien­do el país en­tre 2001 y 2006 se fre­nó y los da­tos mues­tran una muy le­ve me­jo­ra. Es­to po­dría tra­tar­se de un in­di­cio de po­si­ble avan­ce aun­que pa­ra ser ri­gu­ro­sos y con­fir­mar­la co­mo ten­den­cia de­be­ría­mos es­pe­rar a los re­sul­ta­dos del PI­SA 2012 que se espera estén publicados a fines del año 2013.

Se­gún el in­for­me ci­ta­do, entre los años 2000 a 2009, el pun­ta­je al­can­za­do por los alum­nos ar­gen­ti­nos des­cen­dió 20 pun­tos, de 418 a 398. De acuer­do con ese re­sul­ta­do, nues­tros es­tu­dian­tes se ubi­can en el pues­to 58° (so­bre 65 na­cio­nes), lo que sig­ni­fi­ca un des­cen­so de cin­co pues­tos en re­la­ción con la prue­ba efec­tua­da en 2006. La si­tua­ción de nues­tro país es muy preo­cu­pan­te.

Es de des­ta­car que Es­ta­dos y ciu­da­des orien­ta­les en­ca­be­zan el ran­king de PI­SA 2009 (Shang­hai, Hong Kong, Co­rea del Sur), en el que tam­bién ocu­pa un lu­gar des­ta­ca­do Fin­lan­dia. En una con­si­de­ra­ción li­mi­ta­da a los paí­ses la­ti­noa­me­ri­ca­nos, Chi­le ha en­ca­be­za­do lo re­fe­ren­te a la com­pren­sión de lec­tu­ra y los te­mas de cien­cias (en am­bos ca­sos, se ubi­ca en el pues­to 44°) y Uru­guay lo lo­gró en ma­te­má­ti­ca (con el pues­to 47°).

Los ba­jos re­sul­ta­dos de nues­tros alum­nos, la­men­ta­ble­men­te, no sor­pren­den. En nues­tra so­cie­dad la es­cue­la tie­ne un lu­gar po­co pri­vi­le­gia­do. Al­can­za con re­cor­dar las de­si­gual­da­des fi­nan­cie­ras y la bre­cha de re­cur­sos edu­ca­ti­vos en­tre las ju­ris­dic­cio­nes; la gra­ve de­cli­na­ción mo­ti­va­cio­nal de los alum­nos, y las fre­cuen­tes in­te­rrup­cio­nes de las cla­ses por re­cla­mos sin­di­ca­les, que im­pi­den cum­plir has­ta con la mo­des­ta me­ta de 180 días de cla­se.

A to­do eso hay que agre­gar que la es­cue­la de­be ce­der tiem­po de en­se­ñan­za pa­ra cum­plir otros de­be­res de ali­men­to o con­ten­ción afec­ti­va. En con­se­cuen­cia, la de­ca­den­cia de nues­tra es­cue­la era pre­vi­si­ble.

¿Qué fue de la Ar­gen­ti­na que te­nía no só­lo los me­jo­res ín­di­ces edu­ca­ti­vos de Amé­ri­ca la­ti­na, si­no de to­do el mun­do de ha­bla his­pa­na?

Es im­por­tan­te su­bra­yar, tam­bién, que ese pro­ble­ma de des­cen­so de ca­li­dad no es aje­no a las tris­tes cues­tio­nes de la po­bre­za y el cam­bio de los va­lo­res en mu­chas fa­mi­lias. En palabras de Tedesco (2010: 41): “es ne­ce­sa­rio que pon­ga­mos el me­dia­no y el lar­go pla­zo en nues­tra agen­da de dis­cu­sio­nes y, pa­ra ello, es pre­ci­so que co­men­ce­mos por dis­cu­tir el sen­ti­do de la edu­ca­ción, el pa­ra qué que­re­mos edu­car.”

Más allá de que nin­gu­na prue­ba que ten­ga por ob­je­to la es­ti­ma­ción de los apren­di­za­jes ad­qui­ri­dos es per­fec­ta, lo que se im­po­ne es se­guir tra­ba­jan­do pa­ra re­cu­pe­rar los va­lo­res que val­gan la pe­na, pro­mo­ver una dis­tri­bu­ción más equi­ta­ti­va de los me­dios dis­po­ni­bles en ca­da ju­ris­dic­ción, es­ti­mu­lar de mo­do cons­tan­te la ac­ción coor­di­na­da de la co­mu­ni­dad es­co­lar, apo­yar­se en una pe­da­go­gía del es­fuer­zo y de la com­pren­sión y se­guir afron­tan­do las prue­bas PI­SA pa­ra po­der me­dir con un cri­te­rio ob­je­ti­vo los avan­ces de nues­tra me­jo­ra.

Sin em­bar­go, si no exis­te to­da una co­mu­ni­dad con­ven­ci­da de que la edu­ca­ción es la pie­dra ba­sal de la so­cie­dad del co­no­ci­mien­to, y que ade­más im­pon­ga ese con­ven­ci­mien­to a las au­to­ri­da­des pa­ra que se vea re­fle­ja­do en las po­lí­ti­cas pú­bli­cas por se­guir, no nos se­rá fá­cil sa­lir de nues­tros pro­ble­mas de ren­di­mien­to aca­dé­mi­co ac­tua­les.

Fren­te a es­te pa­no­ra­ma el de­sa­fío es es­ta­ble­cer co­mo nor­te la Jus­ti­cia Edu­ca­ti­va. Un ca­mi­no ha­cia ese fin es la cons­truc­ción de una po­lí­ti­ca de Es­ta­do que ten­ga co­mo ba­se las “Me­tas Edu­ca­ti­vas 2021” pro­pues­tas por la Or­ga­ni­za­ción de Es­ta­dos Ibe­roa­me­ri­ca­nos (OEI). Su ven­ta­ja es que plan­tean me­tas con­sen­sua­das, me­di­bles, co­mu­ni­ca­bles y con pla­zos de cum­pli­mien­to (Gvirtz, 2010).

Otra es­tra­te­gia de ne­ce­si­dad ur­gen­te es es­ta­ble­cer jor­na­da com­ple­ta, uni­ver­sa­li­za­ción de la ofer­ta de sa­las de cuatro y cinco años, y la in­for­ma­ti­za­ción de la ges­tión es­co­lar.

¿Habría que solicitar al Consejo de Gobierno de PISA cambiar la unidad de medida, bajar la altura de la vara? ¿Será que PISA compara lo que no es comparable? ¿Cómo juega en la conformación de PISA las diferentes historias y contextos de cada país que participa? ¿Cómo influye el mandato de “inclusión” en los resultados PISA que obtiene nuestro sistema educativo argentino? ¿Los estudiantes argentinos no contestan muchas de las preguntas de PISA porque no entienden o porque no les interesa participar?