Las grandes gestas populares de los Siglos XIX y XX, como la Revolución Rusa o la Revolución Francesa, no pueden imaginarse sin pensar en actores políticos claves actuando desde la clandestinidad para movilizar a las masas y romper con los viejos absolutismos. La clandestinidad en este sentido se presentaba como vía o canal alternativo ante restricciones fundamentales impuestas por regímenes verticalistas y represivos que cercenaban todo tipo de libertades; las que nos interesan especialmente: expresión y organización.

Un siglo después,  bajo condiciones estructurales totalmente diferentes a aquellas revoluciones acaecidas a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, pero bajo el mismo carácter de regímenes políticos represivos, las revoluciones en el mundo árabe no sólo desafiaron al poder autocrático establecido, sino que también redefinieron el concepto mismo de clandestinidad. Me refiero a la participación de las redes sociales como canales fundamentales  para reducir el “costo organizacional”, léase: persecución política, censura, represión, etc.

Las denuncias de fraude en las elecciones de Irán a través de Twitter  y las revueltas organizadas en Egipto a través de Facebook (que posteriormente llevaron al derrocamiento de Moubarak) posicionaron a las redes sociales como “centrales” en los movimientos de protesta. Estas nuevas formas de expresión y organización reducen los costos de incursionar en la clandestinidad en presencia de un régimen político autoritario.

El éxito o no de las revoluciones del Siglo XXI claramente no viene determinado por el accionar de las redes sociales, pero si son una herramienta que amplia el concepto de participación democrática (agregando demandas y opiniones como elemento de protesta social). Las redes sociales funcionan como una realidad paralela a las reglas de juego que establece la política: no son reglas impuestas por la dirigencia política sino por los usuarios. Es decir, más allá de cómo esté reglamentado el ejercicio del poder, y quiénes estén autorizado a ejercerlo, las redes sociales burlan las restricciones dictadas por elites políticas o medios de comunicación dedicados a fabricar consenso.

Las redes sociales funcionan como un gran termómetro social, una suerte de encuesta (no siempre representativa) que ayuda a agregar las voces que de otro modo no podrían escucharse. Por esta razón, el concepto de usuario comienza a redefinirse: si hablando de las revoluciones eran ciudadanos, o sujetos de derecho, hablando del mercado podemos analizarlos como consumidores. De este modo, la “gran encuesta” se convierte en un gran “focus group”.

El boom de las redes sociales ha llegado también al mercado. Día tras día, numerosas empresas inauguran dentro de sus departamentos de comunicación o marketing áreas dedicadas al Social Media o “Community Management”.

Las redes sociales son, en muchos casos, lugares propicios para observar el comportamiento de los consumidores frente a productos y servicios. Estos últimos, agregan sus preferencias mediante opiniones y devoluciones de lo que consumen dentro del mercado. A partir de esto, las empresas pueden mejorar su capacidad de respuesta  en tiempo y forma ante sugerencias o reclamos.  Además, mediante el análisis del comportamiento del consumidor,pueden detectarse necesidades, y anticiparse a urgencias del cliente.  La información gratuita que proveen las redes sociales también permite detectar los formadores de opinión que hablan sobre determinados productos.  No menos importante resulta el lenguaje utilizado por los consumidores: las palabras (ya sea sustantivos, adjetivos, etc) o vocabulario que asocian con el producto/ servicio. Esta información recolectada en las redes sociales puede seguir rigurosos pasos metodológicos hasta  llegar a conclusiones que contribuiyan a distintas áreas de una empresa: Comercial, Publicidad, Marketing y Comunicación, etc.

La “magia” de las redes sociales reside en la distancia que ha logrado acotar entre las personas, creando una arena propicia para el debate y el intercambio de opiniones. En este sentido, a través de estos infinitos canales de comunicación, democracia y mercado se enriquecen.

¿Qué tan determinantes crees que son las redes sociales tanto en lo político como en lo económico?