Esta semana he leído el libro “Favor por Favor”, escrito por Catherine Hyde, que tuvo su adaptación cinematográfica titulada Cadena de favores. Realmente me ha gustado el estilo de escritura, la analepsis, la sorpresa del final, la historia en sí. Pero más me agradó el mensaje dado por el profesor de Ciencias Sociales de Trevor Mckinney quien dijo: “Piensa en una idea para cambiar el mundo y ponla en práctica” El niño de once años presentó una idea original, idealista si se quiere. Él quería ayudar a quien lo necesitara, pero este no debía retribuírselo sino que debía ayudar a tres personas más, o sea, pagar a un tercero. Esta cadena crecería de una manera exponencial y a gran escala. Todas estas acciones contribuirían a mejorar la humanidad.

La moraleja es clara, casi con el simple deseo de ayudar a alguien por pequeño que sea, uno puede cambiar el mundo ¿Esto sólo es factible en las historias de Hollywood? Por otro lado, en el mundo real, hay un foro que cada año se encarga de cumplirles un sueño a 100 personas a quienes se les motiva vincular lo aprendido y aplicarlo en beneficio de sus sociedades. Vale aclarar que nadie obliga a nadie a llevar sus ideas a la práctica, pero sí las inspiran. ¿Cuál es la misión de ese foro? Es generar una conducta responsable de los futuros líderes para lograr el desarrollo sostenible de la tierra.

¿Será una utopía pensar un poco en los demás más que en uno mismo? Por eso** no hay que esperar grandes cambios de los demás, el cambio empieza de nosotros mismos.** Nuestras palabras y nuestras ideas pueden transformar la realidad.